Quieren cambiar el nombre a La Gomera
Antonio
Cubillo Ferreira *
El colonialismo español,
con la anuencia de muchos habitantes de esta isla africana, quiere cambiarle el
nombre guanche, Gomera, por el de Isla Colombina. Aunque ya llevan tiempo con
esta matraquilla, ahora, con el apoyo de la radio y televisión autonómica,
acabará imponiéndose y los habitantes de nuestra isla serán llamados colombinos
en vez de gomeros, lo que hará que las cenizas de Hupalupa
y el cura Ruiz de Padrón se revuelvan en sus tumbas.
La cosa es muy seria y
los canarios no podemos permitir este montaje que inició en los años sesenta un
gobernador civil colonial de triste memoria, un tal Ballesteros Gaibrois. Este personaje, como la mayoría de los que por
aquí aterrizaron enviados por el ministro correspondiente de Interior español,
dejó un triste recuerdo no solo por haber reprimido las manifestaciones de
trabajadores en la isla de Tenerife, panaderos, obreros del muelle, de las
fábricas del anillo industrial de la capital, azufrera, fábrica del gas,
papelera, repartidores de leche, marineros de los remolcadores del puerto,
cambulloneros y lancheros, sino por la corrupción que puso de moda,
beneficiando a los monopolios, como el de industriales panaderos de Ipan, al monopolio lechero de Iltesa,
de la familia de los Oramas y los monopolios de las
guaguas, de quien era muy amigo. Y esto no es nada comparado con la costumbre
que implantó en la obligación de todos los ayuntamientos de las islas
occidentales de pagarle treinta mil pesetas para oírle una conferencia sobre la
conquista de América, donde siempre repetía lo mismo, sacado de la obra de su
padre, el historiador Ballesteros. Esta obligación de dar las conferencias a
treinta mil pesetas obligatorias llegó a tales extremos de publicidad que
incluso llegó a oídos del dictador Franco en Madrid, quien lo criticó.
A tal efecto, en el
libro escrito por el primo hermano de Franco, teniente general Francisco Franco
Salgado-Araujo, "Mis conversaciones privadas con Franco" (Editorial
Planeta, Barcelona, 1976, ISBN 84-320-5625-1), se dice: "Hoy me cuenta
Franco el incidente de Tenerife: un grupo de estudiantes incendió un autobús de
los que hacen el servicio de Granadilla. Había subido de sesenta a ochenta pesetas,
en un trayecto de ochenta kilómetros. Por lo visto, el ministro de Obras
Públicas había autorizado la elevación de tarifas, hecha a propuesta del
consejo de administración de la empresa y con el beneplácito del gobernador
civil de la provincia, el señor Ballesteros. Franco me dice: En la Isla se
acusa mucho al director de la empresa, pero yo estoy indignado con el
gobernador civil, que no hubiera debido permitir un aumento tan exagerado.
También me parece muy mal que haya suspendido el aumento ante la fuerza de los
estudiantes quemando el autobús, pues ha dejado mal parado el principio de
autoridad. A este gobernador se le critica porque se dedica a dar conferencias
en diferentes centros cobrando una cantidad por las mismas; ¡no sé de dónde
saca Camilo estos gobernadores! Nadie les conoce, ni tienen la menor
preparación política del régimen; tal vez se asesore con el director general de
Administración Local, el señor Moris o Altozano, a
quien le molesta la política del régimen y que no pierde ocasión de hacer gala
por ello, sea hablando mal de mí o protegiendo a enemigos de la Falange. Eso
también lo hacía Altozano" (página 367).
Personalmente conocí a
este personaje por haber dirigido, en tanto que abogado laboralista, todas las
huelgas de obreros de aquella triste época (57-62) y por haberme detenido y
metido en la cárcel varias veces por defender a los obreros, y podría detallar,
en un libro en preparación, toda la corrupción que fomentó entre sus amigos
fascistas y patronos de empresas tan conocidas como la de los Oramas y los impuestos personales que imponía a los
comerciantes de la ciudad cuando su esposa iba de compras, o cómo se llevó en
un contáiner todos los muebles del gobierno civil,
hasta el más pequeño, como me confirmó personalmente no hace mucho el que fuera
secretario del gobierno civil D. Lázaro Sánchez Pinto, quien podrá testificar.
Pero queremos sacar
esto a colación porque fue este personaje el que empezó a designar en sus
conferencias a la isla de La Gomera como isla colombina, por haber salido de
allí, en septiembre de 1492, el aventurero Cristóbal Colón a la conquista y
masacre de América, costumbre que ha continuado y celebrado el gomero colombino
Casimiro Curbelo, presidente del cabildo del PSOE y exsenador,
por ahora, en Madrid.
El tal Colón, que por
cierto no descubrió nada, sino que inició la conquista de aquel continente, no
se distinguió por su espíritu cristiano y humanista, como lo quieren pintar los
políticos canarios y españoles y el Sr. Casimiro, siguiendo los pasos del tal
Ballesteros Gaibrois. En 1495-1496, impone a los
indios conquistados de más de 14 años de las provincias de Cibao y de la Vega,
y a todos los habitantes de los nuevos territorios, el tributo en pepitas de
oro a entregar cada tres meses, so pena de grandes castigos. En 1497-1499,
impone un servicio personal de trabajar la tierra y de recogida obligatoria de
las pepitas de oro a los indios de Santo Domingo, prácticas legalizadas en 1501
por el gobernador Ovando. Después impone los repartimientos solicitados a la
corona, lo que después se convirtió en encomenderos. Todos estos procedimientos
para hacer trabajar a los indios que recomendaba Cristóbal Colón, el tan
admirado personaje ahora del presidente del Cabildo gomero, Casimiro Curbelo,
fueron legalizados por leyes en España. La encomienda es de 1503 y las
instrucciones complementarias de Zaragoza, de 20 de marzo de 1503, hablan de
"la reducción de los indios e pueblos regidos por un administrador español
y un capellán". Por si no lo sabe el Sr. Casimiro, que quiere cambiarle el
nombre a la isla Gomera por el de Colombina, la cédula de 1503 legalizaba, a
ruegos de Colón, la repartición de los indios como botín de la conquista. Y los
demás desmanes que llevó a cabo este marino fueron tantos que incluso los propios
reyes tuvieron que encadenarlo y traerlo a España antes de que acabara con los
indios de Cuba y Santo Domingo.
Todo el entramado de
leyes y reglamentos para someter o destruir a los indios americanos, que Colón
no descubrió, viene de su mente colonial, y aunque después hubo españoles como
el padre De las Casas, que los criticó y denunció, de nada sirvieron. Las
encomiendas se trasformaron en haciendas o en otras formas de dependencia como
las yanaconas e inquilinos en Chile, que casi acaban
con las poblaciones indígenas americanas. ¡Y quiere seguir el Sr. C. Curbelo
con su manía de quererle cambiar el nombre a nuestra isla de Gomera! ¡Va a
seguir con sus carreras navales de Huelva a La Gomera cada año para mantener
esta fantasmada de la isla colombina que ahora la denomina así todos los días
la televisión y radio autonómica! Conocemos muy bien las órdenes que da este
presidente del Cabildo hasta hoy a la policía y fuerzas de seguridad colonial
en la Isla, para que no se permita nunca la presencia de la bandera canaria de
las siete estrellas verdes y cómo el Cabildo reparte miles de banderas
españolas cada año en todas las fiestas para que sus habitantes se consideren
europeos españolitos en vez de canarios.
Todos los patriotas
canarios debemos luchar contra el cambio de nombre de nuestra isla, isla que
supo también luchar contra los conquistadores españoles en el siglo XV y que
acabó con el primer mal llamado señor de La Gomera, esposo de la ninfómana española Beatriz de Bobadilla, amante del rey
Fernando y de Cristóbal Colón, conocida por los crímenes que llevó a cabo en la
Isla contra los gomeros que se resistían a la colonización. Nuestro partido
independentista, el CNC, espera que no se lleven a efecto los planes del
gobernador Ballesteros y los sucesivos colaboradores españoles, así como la
maniobra ahora del actual presidente del Cabildo, quizá para hacer olvidar sus
aventuras madrileñas. Tenemos que denunciar también a todas cuantas llamadas
autoridades y exautoridades, como J. Saavedra, que
asistieron a la fiesta de la salida de Colón para la conquista y masacre de
América en este mes de septiembre. Esperamos que nuestros compatriotas gomeros
no se dejen llamar colombinos y no renuncien al nombre guanche de nuestra isla.
Cuidado, porque los españoles también a la isla de Hero
(Hierro) están empezando a llamarla la isla del meridiano, para crear más
confusión entre nosotros.
Una manera muy
práctica de que don Casimiro no siga adelante con sus planes de cambiarle el
nombre a nuestra isla es abstenerse de votar en las próximas elecciones del
20-N, elecciones montadas por la metrópoli para que los canarios participen en
esta mascarada en un país ocupado como es Canarias. En las pasadas elecciones
de mayo, se obtuvo una abstención de 542.358 personas, de un censo electoral de
1.474.474, y solo votaron 592.192 votantes, con un pequeño porcentaje de 25.191
nulos y 25.192 en blanco. Es decir, que la abstención fue de más de un 38%,
pero hay que tener en cuenta que en Canarias hay medio millón de españoles mayores
de edad que votan, aunque hayan nacido en la metrópoli, más los residentes de
otros países europeos. Es decir, que el voto va siempre a partidos extranjeros
españoles como el PP, PSOE, IU o a los colaboradores autonomistas del grupo de
Coalición Canaria.
El colonialismo
español y su partido en la isla de La Gomera, PSOE, quieren volver a proponerlo
para que el pueblo le vote sabiendo quién es, aunque hay un voto cautivo de
favores personales, pero los compatriotas gomeros deben reflexionar y
abstenerse en beneficio de nuestra causa nacional, pues tanto el PSOE como el
partido ultraconservador del PP son partidos españoles colonialistas, enemigos
de nuestros justos y legítimos derechos nacionales, pues votando por ellos
mantenemos el colonialismo secular, en vez de preparar esta tierra africana a
convertirse en una república federal, laica y social, para esta y las futuras
generaciones, y sus habitantes seguirán llamándose gomeros con orgullo en vez
de colombinos.
Canarias es una parte
de África y no de España, como así lo declaró la OUA, el 20 de julio de
El actual Parlamento
canario, que se inventó la Corona española y lo instaló en la calle de Teobaldo
Power, en Tenerife, no representa a los canarios. Es
una especie de Bastilla donde están representados los partidos colonialistas
españoles, como la derecha dura y franquista del PP y sus colaboracionistas, y
debemos acabar con ella, pues representa el poder colonial y sus colaboradores,
enemigos de nuestras libertades y de los mínimos derechos de libertad de
expresión, como en su día fue la Bastilla en París, en 1789, acto aquel que
trajo la revolución francesa. No debemos los canarios conscientes decir que
porque el PSOE ha cometido allá en la metrópoli una serie de errores a cual
peor que han conseguido casi los cinco millones de parados, ahora hay que votar
al PP, aunque sea la ultraderecha franquista heredada de Fraga. Si por una casualidad
gana el PP de Rajoy, no olviden que ya le tiene prometido a su representante en
Canarias, J. M. Soria, el puesto de ministro del Interior, y Martín Villa se
quedará corto ante este canario de servicio que querrá imitar a Fraga cuando
dijo en Álava: "¡A mí la calle!", cuando estuvo de ministro del
Interior, cuya máxima aspiración es acabar físicamente con todos los
independentistas canarios y llenar las Islas de enormes banderas españolas.
Por nuestras
informaciones sabemos que, debido a los errores del PSOE en la metrópoli y la
sumisión de Coalición Canaria al colonialismo español, a la Corona y al actual
Gobierno de R. Zapatero con sus engaños y falsas promesas sobre Canarias,
muchos de los que aún creen en la vía electoral preconizan que es mejor votar
al PP, pero no se dan cuenta de que votando a dicho partido de la extrema
derecha española lo que van a hacer es darle cuerda a ese personaje siniestro
canario por más señas que es el tal Soria, lo cual será una desgracia para
Canarias y en la propia metrópoli dejará huella. Soria es una especie de Millán
Astray y Queipo de Llano vestido de requeté, que
desprestigia a su partido colonial, enemigo a ultranza de la bandera nacional
canaria de las siete estrellas verdes y de todo lo que represente el nacionalismo
canario. Por ello lo mejor que aconsejamos a cuantos todavía creen en la
participación electoral montada por la corona española es que, si son serios y
conscientes, lo mejor es abstenerse en este 20-N y no votar en unas elecciones
de un Gobierno que está condenado por terrorismo de Estado, por sentencia del
14 de julio de 1990, por el atentado terrorista que llevaron a cabo en Argel,
atentado que sabemos de buena fuente que fue celebrado en su día, con vino
español, por J.M. Soria.
El pasado miércoles,
el Sr. J. M. Soria, del partido español de extrema derecha, el PP, en esta
colonia, cuando vio que la Coalición Canaria había sacado un espot publicitario con la bandera nacional canaria, la de
las siete estrellas verdes, se dedicó a insultar la bandera del pueblo canario
relacionándola con el accidente de Los Rodeos, cuyos responsables fueron los
que estaban a cargo de dicho aeropuerto, las malas condiciones existentes en la
época y a CC, lo que provocó la reacción de muchos políticos canarios, entre otros
el Sr. J. L. Perestelo, que dijo: "El PP
traspasa las líneas rojas que fijan el respeto y el juego limpio que debe
imperar en las relaciones políticas". Pensamos que con estas declaraciones
de mal gusto y respeto se habrá desenmascarado al presidente del PP de una vez
por todas y haga perder miles de votos a su formación de la derecha española.
Esperamos también que todos aquellos canarios equivocados y españoles
residentes en las Islas se abstengan de votar a tal personaje y a su partido, a
no ser que el PP, a la vista de estas declaraciones, deje de presentarlo en sus
listas.
A la espera de que con
el esfuerzo de todos los canarios se conserve el nombre guanche de nuestra isla
de La Gomera y que sus habitantes puedan seguir llamándose gomeros con orgullo,
y no colombinos, como intenta el actual presidente del Cabildo, Casimiro
Curbelo, saludamos la lucha de nuestro pueblo por preservar y arrancar nuestros
justos y legítimos derechos nacionales y que La Gomera siga llamándose así en
los siglos venideros, pues va a formar parte como una de las islas de nuestra
República Federal Canaria, Laica y Social, la Nación Canaria.
* Presidente del partido independentista Congreso
Nacional de Canarias (CNC), brazo político del Movimiento de Liberación
Africano, el MPAIAC
cnc@elguanche.net cubilloantonio@hotmail.com
Publicado en el periódico El Día, sección Canarias,
17-09-2011