Cada día somos más
Jorge Ancor Dorta
Estamos
asistiendo a un nuevo despertar de la conciencia nacional canaria. A pesar de
los esfuerzos de muchos por impedirlo, cada día somos más los que estamos
orgullosos de nuestra cultura y de nuestras raíces. Cada día somos más los que
comprendemos que los graves desequilibrios económicos, sociales y ecológicos de
nuestra tierra están causados, en última instancia, por nuestra pertenencia al
Estado. Cada día somos más los que comprendemos la necesidad de cambio y el
agotamiento de nuestro modelo económico y político.
El Estado ha planteado una refinada estrategia en Canarias con un objetivo
primordial; impedir que se desarrolle un proceso verdaderamente democrático y
popular que demande la soberanía y la descolonización del archipiélago.
El Estado fue consciente de que para ello había que conseguir dos cosas;
impedir que se desarrollase una autentica clase empresarial que pudiese apoyar
posiciones soberanistas, y mantener a Coalición Canaria como fuerza regionalista
en posiciones de asimilación y pacto con el Estado.
Solo bajo este supuesto el disparate de la
política económica y fiscal en Canarias durante los últimos 30 años cobra
sentido. Solo bajo este supuesto el disparate del REF y el enorme fraude
democrático del sistema electoral canario cobra sentido. Solo bajo este
supuesto el que se haya querido mantener al empresariado canario al margen de
la globalización cobra sentido.
El paro en Canarias no está causado por la
lejanía y la insularidad, sino que es la consecuencia lógica y directa de las
políticas económicas llevadas a cabo que han ido minando la competitividad de
la empresa canaria.
Las desigualdades sociales también son
consecuencia directa de la estrategia del Estado, porque son consecuencia
directa del paro y de una política fiscal insolidaria que tiene como fin el
llevar al empresariado canario a posiciones de dependencia, pacto y asimilación
con el Estado al tiempo que lo adormece y destroza su capacidad de competir
mediante subvenciones, proteccionismo y corrupción.
Si no identificas la enfermedad
difícilmente vas a acertar con el tratamiento. Si no entiendes como te atacan
difícilmente vas a saber cómo defenderte.
Pero las desigualdades sociales también
son consecuencia de la falta de oportunidades y la falta de movilidad social de
un sistema corrupto que obliga a nuestros jóvenes mejor preparados a emigrar
mientras protege, en la comodidad de sus sillones, a corruptos virreyes,
caciques, medianeros y señoritos.
Si la pérdida del sector pesquero fue
traumática, la perdida de todo el sector financiero canario es mil veces peor.
Las familias canarias son las que más ahorran de todo el Estado. Pero
cuando hay una crisis el crédito otorgado por los bancos se congela y disminuye
de una forma mucho más rápida e intensa en Canarias que en cualquier otra parte
del Estado. En otras palabras, en tiempos de crisis financiamos a las
empresas españolas con nuestros ahorros mientras nuestras Pymes y autónomos
cierran sus negocios por falta de financiación.
La actual desaparición del sector
financiero canario, sin que el gobierno regional haya hecho absolutamente nada
para impedirlo, es síntoma de la eficacia del Estado en su estratégica y de la
complicidad, incompetencia y mediocridad del gobierno regional.
El Estado español ha hecho todo lo posible
para bloquear la dinámica que permite construir un nuevo marco nacional para
Canarias. Pero el coste de esa estrategia ha recaído principalmente en los
jóvenes y en las clases más desfavorecidas a través del incremento en el paro,
la precariedad en el empleo, bajos sueldos y matando el dinamismo que permite
la movilidad social.
La pesada carga del clientelismo político
y la complacencia también se ha cargado sobre los hombros del trabajador.
Se ha realizado una reforma laboral pero al empresario no se le exige innovar,
mejorar sus modelos de gestión o internacionalizarse. El empresario canario
tiene que asumir su parte de responsabilidad. Tiene que abandonar la comodidad
y jugar su papel. Y su papel es asumir riesgos, cambiar, innovar y competir. Y
para que pueda hacerlo tenemos que eliminar las barreras burocráticas y debe
contar con el apoyo de toda la sociedad.
El coste de la refinada estrategia del
Estado también ha recaído sobre los jóvenes universitarios forzados a emigrar o
convertirse en mileuristas o funcionarios..., y sobre los emprendedores a los
que se les niegan las oportunidades…, y sobre los pequeños empresarios y
autónomos, engañados por unos beneficios fiscales ilusorios que no estaban
diseñados para ellos sino para proteger los intereses de las grandes empresas
españolas en Canarias y de sus medianeros locales…, y el coste también ha
recaído sobre los consumidores, obligados a pagar precios mucho más altos de lo
que debieran por alimentación, agua o luz…, y sobre los contribuyentes, cuyos
impuestos han servido para financiar los círculos de corrupción..., y sobre
toda la sociedad en su conjunto en forma de oportunidades perdidas, paro,
desigualdades sociales, desequilibrios ecológicos y dramas humanos.
En estos días se discute la reforma de la
constitución y no digo que no nos afecte. Pero como canario me afecta mucho más
la mala sanidad, la falta de formación, la pésima política educativa, que no
podamos tener nuestro mar territorial, que no podamos decidir libremente
nuestro futuro, que no podamos defender a nuestro sector primario de las
técnicas ilegales de dumping disfrazadas de subvenciones europeas.
Me afecta mucho más que se subvencionen
los productos que vienen de fuera y se arruine a la industria local con la
consiguiente pérdida de puestos de trabajo. Me afecta mucho más que el
trabajador canario sea el que más trabaja y el que menos cobra, o que la
seguridad social se lleve todos los años más de 1.000 millones de euros y
nuestros mayores tengan las pensiones más bajas de todo el Estado. Me afecta
mucho mas la injusta ley electoral canaria diseñada para proteger a medianeros
y caciques. Me afecta mucho más que los ingresos por turismo, puertos y
aeropuertos se los lleven los españoles. Me afecta mucho más que las empresas
españolas no paguen impuestos en canarias. La proliferación de centros
comerciales foráneos, cuyos cimientos se levantan sobre las ruinas de nuestros
antepasados, no es casualidad.
Canarias tiene un déficit fiscal de 300
millones. Si las empresas y bancos españoles tributaran aquí por los beneficios
que obtienen aquí, tendríamos un superávit de más de 2.000 millones, y sé que
me estoy quedando corto…, y todavía no hemos hablado del petróleo que existe en
Canarias. En nuestras islas tenemos recursos naturales, materiales y humanos de
primer orden y es necesario actuar con rigor y empuje para que no se malogren
esas oportunidades y para que el beneficio sea para el conjunto de la sociedad
canaria.
Cada día somos más los que exigimos que se
nos respete nuestra identidad nacional y nuestras oportunidades de futuro. Cada
día somos más los que comprendemos que el cambio es absolutamente necesario y
que en Canarias se dan las condiciones objetivas y subjetivas para una
soberanía económica y para una soberanía política.
No tenemos que demostrar que Canarias
puede ser económicamente soberana e independiente. Ya lo hemos hecho. Y lo
hemos hecho en base a argumentos económicos sólidos y serios, sin folclorismos,
sin radicalismos.
Queremos la independencia no por lo que
fuimos o lo que somos sino por lo que podemos llegar a ser. Queremos la
independencia porque los graves desequilibrios económicos, sociales y
ecológicos de nuestra tierra están causados, en última instancia, por nuestra
pertenencia al Estado español. Y necesitamos corregir esos desequilibrios y
necesitamos cambiar. Tenemos record de ocupación turística y un nivel de paro
tercermundista. El modelo está agotado.
Lo primero que te enseñan en una escuela
de negocios es que un problema estratégico no puede solucionarse con medidas
operativas. No queremos más parcheos ni soluciones parciales. Queremos la
solución real y esa solución solo puede venir mediante un proyecto país,
mediante un proceso de construcción nacional.
En ese proceso no sobra nadie, ni jóvenes
ni mayores, ni izquierdas ni derechas, ni nacionalistas ni no-nacionalistas, ni
trabajadores ni empresarios, porque un proyecto de construcción nacional se
tiene que hacer con toda la sociedad.
Por ello hay que ser generosos y sumar
fuerzas para poder llevar el proceso de construcción nacional hasta el final. Y
hay que hacerlo despacio y hay que hacerlo con geito. Porque inevitablemente
surgirán problemas y contradicciones.
Los que queremos la independencia de este
país no estamos aquí para protestar, estamos aquí para producir un cambio. Y lo
vamos a hacer con determinación, por encima de todos los obstáculos, cueste lo
que cueste, con paciencia y sin prisas, pero dando pasos efectivos para
conformar una mayoría social que reivindique de forma nítida y sin complejos la
necesidad de un proyecto de construcción nacional. Los que queremos la
independencia de este país no estamos aquí para resistir, estamos aquí para
tomar la iniciativa y hacer que las cosas sucedan.
Y hay que empezar con formación e
información, porque queremos ciudadanos libres. Porque para tener un buen
gobierno primero hay que tener buenos ciudadanos. Porque, como bien sabia Paco
Bello, el cambio empieza en cada uno de nosotros.
Porque cuando los políticos nos aconsejan
que emigremos nosotros le contestamos que emigren ellos.
Queremos una Canarias libre y democrática,
próspera y moderna, sin pobreza y con oportunidades para todos. En la que nos
podamos sentir orgullosos de nuestro trabajo y de la sociedad que hemos creado.
No queremos una Canarias encerrada en
España, queremos una Canarias abierta al mundo. Con vínculos a Europa, América,
Asia y África. En la que se incentive la innovación, la investigación y el
conocimiento.
Una Canarias en la que nadie se vea
forzado a emigrar por falta de oportunidades. Una Canarias símbolo de calidad,
en la que recuperemos nuestros valores culturales y nuestra autoestima. Con
fuerza y nobleza. Con conciencia de nación. En donde los vecinos se ayuden como
antaño. Que cuide de nuestros mayores y que de oportunidades a nuestros jóvenes.
Una Canarias en la que nuestros hijos y
los hijos de nuestros hijos puedan corretear por sus cumbres y jugar en sus
playas. Una Canarias en la que sea posible soñar. En la que los sueños
individuales y colectivos no tengan limites. Una Canarias que florezca en siete
estrellas verdes. En la que nuestro pueblo pueda mirarse orgulloso en el
espejo. Esa, es la Canarias que yo quiero.
¡Viva
Canarias Libre!
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