EL
PUEBLO CANARIO PASA A SER CONSIDERADO DE
"BÁRBARO
Y SALVAJE" A "BRUTO E IGNORANTE"
Por Jose
Ramón Almeida Afonso
Con estas "lindezas" de calificativos nos han descrito al pueblo
canario los tan católicamente "civilizados" elementos del más rancio
y reaccionario abolengo colonial españolista, sin un ápice de mínima respetuosa
consideración, sin un asomo de mínimo cortés miramiento. Y esto hasta hace
relativamente poco tiempo. Tan poco que no llega al cuarto de un siglo.
Si ya vimos de qué manera tan humillante, vil, despreciable son tratados los
"jóvenes canarios" por esta panda de energúmenos ilustrados, de
pájaros ensotanados, de listillos espabilaos.
Los malditos invasores españoles -y sus esbirros colaboracionistas- siempre se
creyeron superiores en todo a los canarios, y así -como seres inferiores- hemos
sido mirados y tratados a lo largo de estos casi seis siglos de sometimiento y
esclavitud, de ninguneo y opresión; seis siglos en los que los canarios hemos
pasado de ser considerados "bárbaros y salvajes" a "brutos e
ignorantes".
A nuestro pueblo que sobrevivió a la cruel, atroz y voraz invasión armada
-desvalido y vencido, ultrajado y humillado- no le quedó otra elección, si
quería seguir viviendo, que someterse a los modos y modas del sanguinario,
feroz y brutal pueblo conquistador.
Una vez que se inicia el proceso colonizador -imposición de la lengua, de las
creencias religiosas, de las normas y leyes por las que se han de regir a
partir de entonces, y todo a sangre y fuego- nuestro pueblo es condenado a la
más infame y vil esclavitud en su propia tierra. Una condena que aún hoy -seis
siglos después, y en pleno siglo XXI- seguimos los canarios soportando -claro
que revestida de nuevas y sutiles formas de dominación y control.
A nadie mínimamente conocedor de nuestro devenir histórico, libre de algún
malintencionado prejuicio o de cualquier manipulador juicio interesado, se le
puede ocultar o esconder que lo que digo es toda la dolorosa e indeseada verdad.
A nadie.
Y es que no pudo ser de otra manera. Durante estos seis siglos de pervivencia
de un cruento y espantoso sistema de vasallaje, de férreo control de la
comunidad por parte de una casta poderosa -tenían y tienen todas las armas (las
de matar física, y las de anularte espiritualmente)- y parasitaria, apenas
podemos constatar la existencia de movimientos libertarios, insumisos,
rebeldes, que de manera organizada le hicieran frente, apenas.
Sí, seis siglos de infame y vil colonialismo son seis siglos. Que se dice
rápido, pero que se maldice lento, muy lento...
* Artejevez.
La Aldea. Canarias