Bomberos,
burros y cabras
Wladimiro
Rodríguez Brito *
Durante
la última semana del pasado mes de septiembre, el ICIA (Instituto Canario de
Investigaciones Agrarias) ha realizado unas interesantes jornadas. Ha sido un
debate rico y participativo sobre la gestión y planificación del territorio,
su protección de la biodiversidad, los usos tradicionales y el desarrollo
rural.
Una
de las ponencias trató sobre los ecosistemas mediterráneos y la prevención de
los incendios; en algunas zonas de Francia y Andalucía, el pastoreo es un
elemento más de la lucha contra el fuego.
El
pastoreo, sin embargo, se trata en nuestro territorio como algo anacrónico que
amenaza nuestra vegetación degradando los suelos. El debate planteado avanzó
sobre los planteamientos conservacionistas hacia una gestión ambiental más
participativa e integrada, donde las actividades ganaderas pueden jugar un papel
positivo.
Hasta
ahora en Canarias hemos alejado la ganadería de nuestros montes; nuestra política
forestal se basa en mejorar los medios materiales en infraestructuras y equipos
mecánicos, así como los medios humanos.
Hace
ya unos años, el Cabildo de Tenerife intentó en Chivisaya, Candelaria,
incorporar las cabras a una zona repoblada de pinos y cedros; fue imposible
conciliar esa actividad con nuestro marco normativo, muy burocratizado.
La
prevención de los incendios puede ser más eficaz y barata si se cuenta con la
actividad ganadera que retire de nuestros campos un volumen significativo de
combustible y que implique a nuestros campesinos en la gestión de nuestros
recursos forestales acercándolos a nuestras administraciones. Algunas
experiencias realizadas en los últimos años en Francia y en Andalucía han
tenido resultados muy positivos.
El
mundo rural necesita participar en la gestión de nuestro entorno, no
considerarse siempre enemigo de la naturaleza. Es mejor dirigir y controlar a
los herbívoros domésticos, consiguiendo que retiren gran parte de vegetación
antes que se convierta en combustible y en un propagador del fuego en los duros
veranos mediterráneos.
Los
ganaderos pueden convertirse en personal auxiliar, comprometido con las
administraciones en la gestión y cuidados del monte, incluso contratados según
las tareas a realizar. Se podrían tender puentes entre la Administración que
gestiona los montes y la actividad pastoril en una sociedad más sostenible; está
claro que la planificación la debe hacer la Administración, ya que no cabe el
ganado cimarrón y otras actividades furtivas que se han desarrollado en los últimos
años.
Vivimos
en una sociedad que necesita diálogo: nuestro territorio no puede estar
cuadriculado y dividido por linderos rígidos que separan radicalmente y en
muchos casos la cultura tradicional del entorno.
Lo
ocurrido estos días en el norte de California es un aviso: allí, a pesar de
movilizar miles de bomberos y equipos aéreos, el fuego se ha propagado más de
doce días, hasta que la lluvia lo ha apagado.
La
prevención es la mejor estrategia ante unos limitados medios materiales puestos
por la Administración. Se necesita un campo limpio de combustible y, donde no
llega la Administración, los ganaderos pueden echar una mano.
Sólo
es posible la prevención con la participación del mundo rural y con la
implicación de las actividades que viven, disfrutan, pero también sufren los
problemas que genera el fuego. Necesitamos la implicación del mundo rural en
una sociedad más participativa y más solidaria con las actividades
agroganaderas en lo económico y en lo social.
*
DOCTOR
EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
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