Guerra en Bélgica o Bélgica en guerra

 

«» Pedro M. González Cánovas

 

 

Bien entrado el siglo XXI hemos de aceptar que las estrategias bélicas actuales pasarán a la historia como las de la tercera guerra mundial, y que ahora todo ha cambiado mucho. Aunque, de nuevo, ha sido la utilización del conflicto religioso el que fabrica peones de ajedrez suicidas, logrando poner a la altura y alcance de los países menos avanzados -bélicamente- a otros distantes y endiosados con su fuerza militar.

 

   Los llamados “terroristas”, ya sea de forma individual o en formación colectiva, son capaces de actuar como los más dañinos misiles trasatlánticos. Con tanta crueldad y efectividad como cualquier ejército oficial. De hecho, en algún rincón de este planeta, posiblemente, sean considerados como “héroes” que se envían y actúan en comandos.

 

   En 2015 y 2016 se han padecido ataques contra varios países europeos. Europa se alza, justifica su gasto policial y militar, y llama a sus aliados contra el enemigo islámico, contra el enemigo “terrorista”. Europa siente en sus entrañas que no se puede hacer la guerra fuera sin sufrirla también dentro. La sangre de civiles -demasiado inocentes- vuelve a correr por los conflictos bélicos con origen en intereses económicos de unas pocas personas, como pasa cada día en tantos países musulmanes.

 

   Pero, pasando por alto ahora las intervenciones belgas en el exterior, miremos hacia dentro de la propia Bélgica. En las elecciones de 2006, la extrema derecha -representada en Vlaams Belang- obtuvo un 33,51% de los votos. El Vlaams Belang, se muestra partidario de la expulsión de los inmigrantes ilegales, de los inmigrantes que cometan delitos y de los que no aprendan el neerlandés; es contrario también al fundamentalismo islámico y al aborto. La población musulmana en Bélgica representa solo un 6% de la población y, en efecto, se siente discriminada y acorralada socialmente.

 

   "En Bélgica el origen de una persona, su estatus socioeconómico, su proveniencia, suele ser crucial para su éxito; algo que no es tan marcado en la mayoría de los otros países industrializados" declararon a BBC Mundo Christiane Timmerman y Noel Clycq, profesora e investigador posdoctoral (respectivamente) del Centro para Migración y Estudios Interculturales de la Universidad de Amberes.

 

   Seguramente, ese puede ser el motivo de que 300 de los 5000 europeos que se han sumado a las filas de los ejércitos islámicos de Siria e Irak sean de origen belga.

 

   Yo animaría a los países, a quienes estén a tiempo de hacerlo, que recapaciten sobre si de verdad vale la pena entrar en este conflicto. El precio de la guerra siempre es el mismo.

 

* Miembro de ANC

 

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