La
Batalla de la Televisión
Félix
Román Negrín Rodríguez *
La
televisión no está concebida por sus dueños privados para informarnos, sino
todo lo contrario para entretener, es decir; para banalizarnos.
Lamentablemente en la televisión no se puede hacer análisis completos,
eso es excepcional. Normalmente son píldoras, fragmentos, cosas que van tirando
allí, y lo más preferible o lo más usual es que sea amena, que sea entretenida,
que no pueden ser fastidiosas.
La televisión
no está hecha para informarnos, sino para entretenernos o, como dicen los
publicistas para informarnos entreteniéndonos, o entretenernos mientras nos
informan, entonces; toda supuesta información tiene que ser interesante, amena,
divertida; tiene que ser capaz de emocionarnos, porque la emoción justamente es
lo que mata la razón, lo que impide que razonemos bien.
Cuando en
una discusión racional se mezclan las emociones, la alegría, los odios, los
intereses de distintos tipos, la simpatía o antipatía hacemos otra cosa que
razonar o en todo caso, no podemos razonar bien, entonces la emoción mata la
razón por eso es que nos venden emociones constantemente en la televisión:
entretenimiento, diversión, emoción, todo eso tratando de hacerse pasar como si
fuera información. La emoción nos impide razonar bien y entonces creemos, o
pensamos que porque nos emocionamos viendo una imagen nos estamos informando,
estamos comprendiendo la imagen.
Para
inducirnos a aceptar esto (porque siempre hay mercenarios que trabajan para
este poder), los psicólogos sociales especialistas en comunicación de masas han
puesto de moda en estos últimos años un concepto sospechoso que es el concepto
de “inteligencia emocional” es decir, podemos entender en medio de las emociones
para hacer pasar por comprensión lo que no es sino una manipulación de nuestra
emoción.
No me voy a
detener en el tema de la inteligencia emocional, pero es sospechoso que ese
tema se haya puesto de moda justamente en este contexto que intenta
descerebrarnos, de esta manera se nos hace creer que pensamos, cuando realmente
no pensamos o que estamos pensando bien cuando si acaso estamos pensando, pero
pensando mal.
Pero la
televisión (vuelvo a insistir en esto) es el principal instrumento cotidiano de
fragmentación y banalización del pensamiento, hablo de la televisión privada
comercial ¡por supuesto! Para ello utiliza la información manipulada, o la
manipula y la simplifica.
Un
comentario probablemente que de algo que muchos saben, el modelo central de
todo esto en la manipulación televisiva es fundamentalmente el noticiero. Todos
los noticieros que un espectador ve por televisión son iguales, no solo los
privados, a veces los canales del estado se parecen.
Todos los
noticieros tienen el mismo corto, el mismo modelo que inventaron los
norteamericanos primero en radio en los años cuarenta, luego en televisión a
comienzos de los años cincuenta. Los noticieros se distinguen no solo por la
forma, sino por sus contenidos, la forma de algunos noticieros es siempre la
misma y en todas partes.
Si alguno de
ustedes encienden la televisión francesa, inglesa, española, libanesa, etc.; se
darán cuenta que todos los noticieros son iguales, siguen el mismo corte y
desgraciadamente todos vienen de la misma fuente que son las fuentes centrales
que elaboran las noticias, la van pasando por todo el mundo, para que así todos
seamos unos borregos que pensamos lo mismo, es lo que se decide en Atlanta.
La
estructura de la noticia es la misma. Ustedes tienen delante de la televisión
locutores jóvenes muy elegantes, bien presentables: ella para los hombres, y él
para las mujeres, por lo que a menudo mucha gente atiende más a los
locutores-as, su belleza y su presencia que a las noticias. mientras más bella
sea la chica, tendemos a creer en lo que dice quedándonos como un tonto
tragándonos que Obama es un hombre inteligente,
quedándonos mirando fijo a la bella locutora, no entendiendo así absolutamente
nada.
Luego viene el
sistema de distribución, fragmentación y banalización de noticias para ser que
todos seamos iguales, y valgan lo mismo. Todo es un bombardeo permanente, son
fragmentos, son segundos en que transcurre las noticias. Noticias de Marruecos,
Perú, España, Italia, etc; para volvernos locos,
noticias que van pasando tan rápido tantas que al televidente no le dejan nada.
Quizás lo único que sobrevive del noticiero es el audio y no la imagen, se
acentúa la trampa de que uno está viendo lo que estamos oyendo, la imagen se va
disolviendo de tal manera que todo se banaliza en los noticieros porque vivimos
en un mundo cargado de violencia, de injusticia, de explotación, y la respuesta
a esa explotación es la violencia. Violencia repetida que además la soportamos
en las películas, en las series por todas partes todas ellas fabricadas en los
Estados Unidos fundamentalmente.
El
espectador termina viendo tanta violencia en los noticieros todos los días que
al final, la violencia se normaliza, se banaliza. Cualquier persona no se
asombra ya prácticamente por nada: torturas, violaciones, crímenes, eso forma
parte ya de la cotidianidad.
El
capitalismo ha logrado normalizar eso. Lo más anormal es que no haya violencia,
que las cosas estén tranquilas pero cuando todo está tranquilo…eso no es
violencia.
La noticia
es siempre lo malo, lo escandaloso, el desastre, el robo, el asesinato, eso sí
que son las verdaderas noticias. Un científico investigando en un laboratorio,
un médico investigando un medicamento para curar a un enfermo por ejemplo, es
un fastidio, eso no es noticia.
Evidentemente lo bueno es ver a un soldado norteamericano matando y
violando a niñas en Irak…, eso sí que es
noticia. De tal manera se termina ocultando todas las cosas que puedan ser
positivas para mostrar la violencia, banalizar la violencia de tal forma que
eso termina insensibilizándonos, no nos emocionan, ese es uno de los objetivos
de la televisión comercial privada y de los centros en los cuales se elabora
esos mecanismos de televisión.
*
Redactor y Colaborador de la Voz de Rusia
para América Latina y Canarias