La Universidad española sigue siendo un bastión franquista
Depuración universitaria en la dictadura franquista.
La depuración de los profesores universitarios por el gobierno de Franco fue especialmente virulenta en la Universidad de Madrid, desmantelándose instituciones científicas como la de Histología, fundada por Ramón y Cajal; Fisiología, patrocinada por el canario Juan Negrín; Psiquiatría y Neurología, potenciada por Juan Rodríguez Lafora y muchas otras. La persecución y exilio a los que se sometió al profesorado llegó al 40 por ciento de la plantilla. En 1943 entró en vigor la Ley de Ordenación de la Universidad española, formalmente vigente hasta 1970, que centralizaba la universidad: sólo en Madrid se obtendría el título de doctor hasta 1954.
Los poderes fácticos se adueñan de la universidad. La Iglesia es la principal beneficiaria de la universidad franquista, de la que forma parte, incorporando e impartiendo la asignatura de religión en los planes de estudio. No hay una sola universidad en España que no incluya en su infraestructura una capilla, con cura y misa incluida, tanto la capilla como los servicios asociados a la misma se extienden a los Colegios Mayores Universitarios. Junto con la cruz se incorpora a la universidad la espada, siendo el ejército de Franco el responsable de impartir la educación física en la Universidad. No podía faltar la Falange, responsable de la filiación obligatoria de profesores y estudiantes en el SEU así como en el Servicio Español del Profesorado Universitario.
El agraciado profesorado universitario del franquismo. La dictadura fue generosa con los nuevos esbirros a su servicio, o sea el profesorado que superó el filtro del régimen y los procedentes de los poderes fácticos, militares, curas y falangistas, ahora flamantes profesores universitarios. Además de disponer de una salario asociado a una plaza de funcionario, después de jurar ante la biblia los principios del movimiento fascista, se les dotaba de espléndidas viviendas asociadas a sus cargos, que todavía siguen disfrutando ellos o sus descendientes (un estudiante puede llegar a pagar hasta 2000 euros por una habitación en un Colegio Mayor), viviendas hereditarias al igual que el cargo de profesor, pues probablemente la reina de las prebendas del régimen consistió en dar a los profesores de la Universidad franquista la capacidad de contratar a los ocupantes de las nuevas plazas que ellos mismos creaban en función de su espurios intereses en la institución. Eso, lamentablemente, sigue también vigente.
El preciso que todo cambie para que todo siga igual. La Ley General de Educación de 1970 vino a sustituir, formalmente, la ley de 1943. La otrora Universidad de Madrid vino a denominarse Universidad Complutense de Madrid. A la muerte del dictador el borbón Juan Carlos I heredó el totalitario régimen, con el juramento de guardar fidelidad al mismo, como así ha sido. El régimen fascista y colonial ahora es monárquico e igualmente colonial, no siendo cierto que se haya tornado en una democracia como, demagógicamente, pretenden hacer creer, pues hasta donde llega nuestro mejor conocimiento en las democracias eligen los electores directamente tanto al Jefe del Estado, que en el caso de las democracias suele ser una república, jamás un reino, eligiendo los electores directamente tanto al Presidente de la república, como al presidente del Gobierno. Eso no ocurre en el Reino de España, pues la jefatura del Estado es hereditaria y el presidente del Gobierno lo eligen las Cortes Generales.
Los damnificados estudiantes. La participación que la supuesta democracia otorga a los estudiantes en el claustro universitario es irrisoria, como lo es la distribución porcentual del mismo, que otorga un 51 por ciento a los profesores doctores, o lo que es lo mismo la mayoría absolutísima, absolutisimamente controlado el claustro, profesores doctores que, como se ha argumentado ut supra, ha quedado manifiestamente clara la procedencia y los mecanismos de perpetuación de los mismos. Eso si, formalmente disponen de vicerrectorado de estudiantes, defensor del estudiante, tribunales de reclamaciones, que, vergonzosa y escandalosamente, ni se dignan en contestar en la mayoría de las ocasiones, sin que la nueva cara o collar del régimen haya articulado el mínimo mecanismo para evitar el todavía vigente principio franquista del silencio administrativo. El plan Bolognia constituye la antepenúltima prebenda del bastión franquista universitario del reino de España, del que los profesores lo único que han querido entender es que ahora el curso académico tiene dos cuatrimestres, que no es lo mismo que dos semestres, seis meses para clases y dos para exámenes, todos apretaditos en la agenda de los damnificados estudiantes, y justo después de las vacaciones, a las que parece que los estudiantes no tienen derecho, para que los meses de julio, agosto, enero y febrero no formen parte del calendario escolar ¡De los profesores! ¿Tendrá esto alguna relación con la ausencia de reivindicaciones del profesorado del bastión franquista, en forma de dignificantes huelgas, aparte de la formal alusión ante los medios de comunicación masiva del lacónico y tedioso “La Universidad necesita mas inversión” en boca del rector de turno?
La desconscienciación del alumnado (con s, pues conciencia sin s todos tenemos), interesadamente provocada por el mismo régimen con distintos collares, los ha incapacitado para la rebeldía, aun conscientes de que la Universidad a la que asisten es una fábrica de parados, no produciendo, lamentablemente, nada más.