Los bastardos no tienen Matria.

 

Isidro Santana León.

Andan por el mundo buscando madres de leche, nodrizas que les den un sustento ajeno a su verdadera esencia, que precisan para sentirse arraigados a algún lugar. En la mayoría de las ocasiones, repudian y cooperan contra la sustancia materna, simplemente porque ven a su legítima madre ultrajada, vejada y encadenada por el proxeneta colonialismo; Matria a la que renuncian, se avergüenzan y no reconocen como propia, todo porque la ven inferiorizada. Este adoctrinamiento que asimila sus psiques les hacen renegar de su raíz, al creer que lo inoculado por el despotismo alienador, aleccionador, es superior a su naturalidad, todo porque la madre aherrojada queda indefensa ante el abusador que exhibe su aparente grandeza. Este síndrome del asimilado conlleva al desarraigo de sus raíces, motivo por el que se encuentran o buscan errantes una identificación extra-natural que les haga encajar en una realidad existencial contradictoria.

Son muchos los abastardados hijos de Canarias, cuyos ojos se les irisa y eufóricos justifican y racionalizan las tropelías hechas por el reino asesino español a su legítima madre y hermanos.

No se trata de culpar sino de describir el fenómeno, poniendo como ejemplo al niño que desde la cuna en vez de leche le dan a mamar vino y que, cuando llega a su madurez, está convertido en un alcohólico dependiente, con su capacidad nula y distorsionada su realidad, manejado por el licor que le ofrece el colonialismo para que funcione y que, inconsciente de su enfermedad, hasta lo agradece porque su psique está obnubilada.

Los primeros métodos psicológicos del colonialismo español para transformar la realidad, medio y cultura del pueblo originario de Canarias, fue mediante la fuerza militar y el adoctrinamiento coercitivo de la Iglesia y las leyes, impidiéndoles hablar su propia lengua una vez derrotado militarmente y atemorizados con métodos y castigos inhumanos. Acudir a la iglesia y obligarles a reconocerse cristianos era un imperativo insalvable para poder sobrevivir.

Con el hecho de arrebatarles la tierra, de alguna manera también le extirpan el alma porque junto a la tierra está la cultura, las tradiciones, la identificación y el medio de subsistencia propio.

Si nos retrotraemos a los inicios de la desculturización del pueblo canario, hay que señalar, obligatoriamente, que fueron los jefes invasores y otros personajes que subvencionaron la empresa colonialista, los que desheredaron de sus tierras –merced de la Corona– al pueblo originario de Canarias, sujetos que se hicieron de la Junta de Gobierno colonial, los mismos que convertidos en caciques sometieron a servidumbre al pueblo derrotado e indefenso. No se puede soslayar que también recibieron tierras y otras prebendas los indígenas colaboradores con la invasión, adquiriendo algunos de ellos un estatus social importante en la nueva sociedad colonial, aunque tampoco se puede pasar por alto que algunos de estos indígenas privilegiados compraron la libertad de muchos compatriotas que antes fueron vendidos en los mercados esclavistas de Valencia, Sevilla… devueltos a su tierra con el fin de laborar para sus nuevos amos de raza.

Amén del poder militar extranjero, la Iglesia jugó un papel determinante en la desculturización del pueblo originario, obligándolo a aceptar el cristianismo para poder emplearse y comer, renunciar a sus verdaderos antropónimos y aceptar los impostónimos de los amos que los apadrinaban, bien de los clérigos o lista del santoral. Para más atemorización, el Santo Oficio controlaba y perseguía a todo aquel indígena que no cumpliera con la nueva fe, o bien continuara practicando su ancestral cultura, para conseguir la integración forzosa.

También se le prohibía al pueblo originario acceder a la escritura y lectura, por lo que hasta muchas centurias posteriores nuestro pueblo continuó ágrafo y analfabeto. Desde el comienzo del colonialismo en Canarias, todo ha estado estructuralmente diseñado y ejecutado para hacernos desaparecer como colectivo con identidad propia.

Cuando se comienza a acceder a la enseñanza, primero privada y después pública, el procedimiento inoculador ha sido el mismo, aunque con una apariencia moderna y “veraz”. Además de las materias de ciencia, la enseñanza sobre la historia ha sido la distorsión constante para imbuir en la confusión, por lo que trastocaban la realidad enseñando, por ejemplo: que los indígenas canarios fueron exterminados, que las Islas Canarias se situaban en el Mar Mediterráneo, que el pico más alto de España es el Teide… enseñándonos la falsaria historia de la metrópoli –como la farsa de Don Pelayo–, los reyes de Espanya, los ríos, provincia y cordilleras de allá, las capitales de todos las naciones y continentes, menos las de África…, pero jamás nos enseñaron nuestra verdadera situación geográfica, nuestros barrancos, roques, diversidad del medio, obras de nuestros intelectuales y artistas –exceptos los españolistas– y toda una programación donde a los canarios nos hacían ver incapaces y a los españoles superiores, forma de menguar nuestra autoestima para que asimilemos todo lo foráneo como superior a nuestra inteligencia y capacidad. En este sentido, el profesorado ha sido adiestrado en los centros docentes, por lo que este profesorado tampoco es culpable sino víctima del engaño que después ejercen de generación en generación. Por si fuera poco, todos los medios de “información” –escritos, televisivos y de radios–, han contribuido paralelamente al adiestramiento –hasta la actualidad–, técnicas arguciosas que no le han dado al pueblo canario la más mínima oportunidad de pensar por sí mismo ni de reconocerse como colectivo humano singular.

Cuando se habla de adoctrinamiento en Catalunya, la hipocresía del reino de Espanya se hace notoria si la comparamos con lo que han hecho con Canarias y su pueblo, al que se nos ha despersonalizado en maza y aniquilado psicológicamente, lógicamente con el fin de que los canarios no exijamos nuestros derechos naturales, históricos y políticos.

 

30/01/20