Los barrancos ¿nacen o despiertan?

 

 

Wladimiro Rodríguez Brito *

 

En un recorrido por el sur de La Palma, de Montes de Luna a El Charco, encontramos un territorio en el que apenas existían topónimos referidos a los barrancos. Es decir, no había esas cicatrices en la piel del sur de la isla por las que circula el agua de lo que en Canarias denominamos barranco. Sin embargo, ahora tenemos un nuevo mapa en el que habrá que bautizar numerosos barrancos y lo que entendemos que es más importante: no debemos tener la tentación de utilizar los medios mecánicos y cubrirlos y hacer carreteras u otras infraestructuras.

Muchos de los barrancos dormían en la larga noche de los tiempos a los que la naturaleza nos tiene acostumbrados y en otros casos han nacido nuevos barrancos tras la catástrofe del incendio del verano y las torrenciales lluvias de la pasada semana. Lo que sí tenemos que asumir todos es que tanto en el trazado en el viario y construcción de viviendas, como en las mejoras de las tierras de cultivo, hay un antes y un después de lo ocurrido recientemente. Así, debemos incorporar un nuevo vecino que en muchos casos es molesto, pero que a partir de ahora estará con nosotros, y más teniendo en cuenta que en algunas situaciones tenemos las viviendas o el patio de la vivienda sobre el barranco. Las cenizas volcánicas, unidas a las cenizas del pasado incendio y a la energía de las lluvias torrenciales de los días 23 y 24 de diciembre, han puesto el resto. Tema éste que es una lección viva de cómo el fuego y el agua, tan antagónicos en la naturaleza, en este caso se han confabulado en este amplio territorio del sur palmero para crear, sin duda, el mayor desastre que han sufrido los vecinos en los últimos 100 años. La memoria histórica no conoce nada similar al desastre vivido y sufrido en el sur de La Palma. Y es en este marco de vivencia y de sufrimiento en el que también tenemos que alegrarnos de la suerte que hemos tenido que no haya habido víctimas humanas en una situación tan dura como la sufrida por el mencionado territorio y sus moradores.

Por ello, estas líneas quieren no sólo ser solidarias con los que han sufrido esta penosa situación, sino también reflejar una lección humilde de aprendizaje y reconocimiento de lo poco que conocemos nuestro territorio y de qué manera no sólo hemos de luchar para que los incendios y sus consecuencias sean las mínimas, sino también para prevenir situaciones como esta lluvia con el objeto de que sean lo menos grave posible para nuestra población. En ese sentido, el que las cosas no fueran peor se debe a la actitud de los vecinos de Fuencaliente y Mazo, con sus alcaldes al frente, unido al papel que jugaron el Cabildo palmero y otras instituciones, tanto en el incendio como en el temporal de lluvia.

Creemos que es oportuno que lo que debe hacerse a partir de ahora no sólo es dar apoyo económico y social a los afectados que, lógicamente, demandan acciones inmediatas, sobre todo, en las vías de comunicación. Pero creemos que es necesario un planteamiento a medio y largo plazo que haga una lectura meditada, reflexiva, sobre el futuro, en la que quede garantizado que el nuevo relieve dibujado en la piel del sur palmero se reconozca lo que ahora se puede ver en una fotografía aérea y, en consecuencia, no se nos ocurra cubrir con palas y medios mecánicos coyunturalmente lo que la naturaleza ha puesto de manifiesto estos días. Es decir, la carretera ha de respetar los barrancos y, en consecuencia, construir una serie de puentes, al igual que las viviendas y las mejoras del viario de los vecinos han de entender que el territorio hay que articularlo con este nuevo mapa.

En ese caso, la carretera LP-2 Santa Cruz de La Palma-Argual, no sólo necesita una actuación urgente, sino que el tramo entre Los Canarios y El Charco, en Fuencaliente, ha de incorporar numerosos puentes que hasta ahora no existían. Estamos hablando de obras de gran envergadura que no tienen nada que ver con lo que hasta ahora ha existido en el sur de la isla. Igual podemos hablar del viario en Las Caletas, Los Quemados, Las Indias, etc., es decir, carreteras que se habían hecho en un territorio sin barrancos y que ahora, incluso, tenemos viviendas que se encuentran sobre el barranco o al borde del mismo, tema éste que habrá de tratar teniendo en cuenta aspectos sociales y de seguridad. Igual podemos hablar de numerosos campos de cultivos a través de los que se han abierto barrancos en los mismos y que no parece razonable cubrirlos y volver a plantar. El barranco es un vecino más al que hay que respetar.

Por ello, estimados lectores, en una visita que hemos hecho con los profesores de Edafología de la Universidad de La Laguna Antonio Rodríguez y Carmen Arbelo hemos aprendido una vez más en la universidad de la vida una lección de humildad en la que a los efectos ya comentados del fuego se ha unido esta situación agresiva de la lluvia. La naturaleza tiene sus leyes y los humanos no podemos ignorarlas por muchos medios técnicos de los que dispongamos, porque, tarde o temprano, esas leyes se cumplen.

Sin lugar a dudas, las arrugas en la piel de los humanos indican años y no es razonable entrar en lo que la cirugía estética hace ahora, porque sólo están encubriendo la realidad. Del mismo modo, el sur palmero carecía de arrugas y ahora tiene unas que no son buenas plancharlas o cubrirlas. Los barrancos son parte del relieve y de la naturaleza de un territorio en el que carecían de tales compañeros hasta la pasada semana, bien porque estuvieran durmiendo o porque se estaban gestando, pero que hay que respetar en todo caso.

 

* DOCTOR EN GEOGRAFÍA

 

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