Barlovento y el Monte
«.» Wladimiro Rodríbuez Brito *
Tiene una difícil lectura la problemática de nuestros montes en estos momentos. Hace unos años, Barlovento era un pueblo que vivía básicamente relacionado con el monte, ya que su costa carecía de interés económico por los problemas de la escasez de agua.
Los montes de Barlovento son unos de los montes más ricos de La Palma, unidos a los de Garafía, Los Sauces y Puntallana, sin embargo en estos momentos carecen de gestión. Hemos de entender que el mantenimiento del monte tiene elementos básicos. Si hacemos una gestión humana de los recursos forestales, por ejemplo, no podemos seguir tratando los problemas de los montes con la misma cultura que los problemas urbanos. Es decir, en Barlovento carecemos en estos momentos de cuadrillas forestales que manejen, que conozcan, que dominen las pistas, las dificultades de la orografía, el conocimiento del terreno y, sobre todo, que hagan una labor de selvicultura, tanto de cortafuegos con entresaca, como de la limpieza de las zonas próximas a la población propias de un medio rural. La gestión medioambiental en La Palma carece de cuadrillas asignadas al territorio, como es el caso de este municipio, y se piensa en unos bomberos de tipo urbano, de tal manera que lo que hemos visto estos días en Galicia y Asturias, en pleno mes de marzo, con incendios que se pueden dar en Canarias en las mismas condiciones.
Los bomberos urbanos se mueven con planos, con conocimiento de las zonas urbanas donde trabajan y actúan. Los bomberos en el medio rural han de conocer el medio en el que están. No nos vale un sistema de cuadrillas sólo mirando para los medios aéreos, como están en estos momentos. Tenemos que darnos cuenta de que la defensa de los incendios en La Palma tiene carencias importantes en la selvicultura y la entresaca que hay en los trabajos forestales. Por lo tanto, en los montes de Barlovento, que tiene la mayor superficie forestal , por lo menos en los últimos 200 años, en la que se ha abandonado la actividad agraria y ganadera que tenía que ver directamente con el monte, se encuentran desatendidos. Pensemos que en los años cincuenta-sesenta tenía más de mil cabezas de ganado, que dependían en gran parte del forraje del monte, tagasaste, brezos y demás. Se hacía estiércol, para abonar las tierras. Hoy en día, toda esa actividad agraria y ganadera está prácticamente desaparecida, con el riesgo que conlleva principalmente para los incendios. Por lo tanto, necesitamos urgentemente la reactivación de brigadas forestales asignadas al territorio con un dominio del mismo.
El monte hoy puede generar puestos de trabajo. En su momento significó un complemento económico para el ayuntamiento, el cual tenía parte de sus ingresos relacionados con la actividad forestal. Hoy en Canarias hay 130.000 ha forestales y las brigadas forestales son el personal humano encargado de su gestión. En ningún momento se ha planteado que estas personas deben estar relacionadas con el territorio que pisan, cosa que en el caso de Barlovento si sucedía tiempo atrás. En ese mismo marco hemos de situar que la selvicultura no puede ser una actividad burocrática separada de los problemas de los agricultores y de los ganaderos. Por eso no podemos estar de acuerdo que este tema se resuelva con unos agentes forestales que vienen a las zonas rurales o las zonas forestales, con unos planteamientos librescos, que aplican unas dimensiones en el corte de los árboles, o una supuesta protección forestal, que sale de un marco urbano alejado de la situación real. Por ejemplo cuando nos hablan de los viñátigos o laureles, como plantas para conservar el monte, ante los brezos, los acebiños o las fayas, o con un tema teórico de que el monte se degrada si se corta muchas veces, ya que no es así. En Canarias hemos de tener en cuenta donde está cada superficie forestal, si está en las zona de umbría o está en el fondo de los barrancos, o en los lomos, las condiciones no son las mismas, ni la vegetación tampoco. Canarias tiene que volver otra vez a asignar a personas con tareas concretas en superficies definidas y que los trabajos forestales no pueden ser temas teóricos o abstractos, que un día los enviamos al monte o llamamos a la UME para que resuelva los incendios en una superficie que no han pisado o que no conocen. Es en ese marco en el que entendemos que el monte de Barlovento ha de generar puestos de trabajos y estabilidad ambiental. Hay que cambiar la política forestal en Canarias o en el caso concreto de La Palma, para que lo que está ocurriendo estos días en Asturias y Galicia, o lo que ocurrió el otro día en Llano Negro en Garafía, sea algo excepcional. Para ello hay que hacer selvicultura , trabajos de mantenimiento, cuidando los accesos. Al fin y al cabo poniendo en práctica la cultura del monte.
Los montes de Barlovento han estado prácticamente humanizados cuando las condiciones económicas nos obligaron a mirar para el monte, como principal fuente de supervivencia. Así, cuando hablamos de Las Cancelitas, de Las Eritas, del Corral de la Piedra, de La Cueva de Peteire y de tantos topónimos que tenemos en medio de lo que es hoy una zona forestal, que en una época de carencias la gente del lugar aprovecho para vivir, desde los codesales, que se utilizaron como elemento de pastoreo, hasta gran parte de las zonas de monte en las que no sólo se utilizaban para la leña, el carbón, o las ramas para los animales, sino que se llegaron a exportar a Gran Canaria o zonas urbanas de La Palma, toda esa actividad agraria o ganadera prácticamente ha desaparecido. Ahora nos encontramos en otra coyuntura en la que tenemos el mejor monte que hemos conocido en la historia posiblemente de la Palma. Pero falta una relación de trabajadores vinculados al monte , de profesionales con conocimiento del territorio y compromiso con éste, en el que se ha de partir de un presupuesto que ha de manejar los responsables ambientales de la Isla o con participación del ayuntamiento, para que los montes tengan un nivel de limpieza y de trabajo de selvicultura, entendemos que los tiempos modernos nos obligan a tenerlo y no como está en estos momentos.
Hablando estos días me decía un "no ya joven" de este territorio que en la época en la que tenía 18 años llegó a bajar al empaquetado de la Finca de Oropesa hasta 700 kg de pinocha al mes. En esa época teníamos cientos de chicos de Barlovento y otros menos jóvenes llevando pinocha para los plátanos o los empaquetados. En esa época de miseria que el monte estaba barrido, hoy afortunadamente eso no lo necesitamos. Hoy eso no es así, pero sí que tenemos que tener selvicultura, cuidar nuestros montes con profesionales, que tengan garantizados unos ingresos económicos, revalorizados como trabajadores de una actividad que se necesita mantener y que está ahora mismo descuidada.
*Concejal de Barlovento
Exconsejero de medio ambiente del Cabildo de Tenerife
Doctor en Geografía por la Universidad de La Laguna.
wladimirorodiguezbrito.blogspot.com.es
Otros artículos de Wladimiro Rodríguez Brito publicados en El Canario.net y El Guanche.org
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