De Barovento al Silicon Valley

 

«.» Wladimiro Rocríguez Brito *

[...Capítulos importantes son los dedicados a la alimentación; sequía, langosta, tierras dedicadas a cultivos no comestibles, escasez de grano, importación, hambre, situando el año 1847 como el de la carestía de alimentos que nos obligó a recurrir a la raíz de helechos y las tuneras asadas como alimento...]

He leído estos días un trabajo sobre la historia de Barlovento entre 1493 y 1918, obra interesante, cargada de datos y referencias sobre la vida en nuestro pueblo, en la que Horacio Concepción García desgrana una rica información, en casi quinientas páginas. La obra, presentada en Barlovento hace algunos meses, no tiene apenas divulgación, posiblemente porque vivimos en el espejismo, que mira de manera permanente hacia fuera, ignorando y marginando lo local, lo pequeño, lo nuestro. Mientras, en los centros de poder del mundo, como el de Silicon Valley, le prohíben a los niños las tabletas y los móviles, y fomentan volver al papel y a la pizarra. Y eso ocurre con los hijos y nietos de los dueños de Apple o Google, intentando evitar la desconexión de los niños con el medio, con la vida, dada la separación y alejamiento entre los humanos y el territorio y la sociedad en la que vivimos. Sean estas líneas de apoyo a la dignificación de lo pequeño, de lo local, como manera de hacer visible la tierra en la que hemos nacido, pero también convencido que la dignificación de lo pequeño, lo próximo, lo de aquí, aporta no sólo bienestar a la familias locales, sino que también genera equilibrio y orgullo como pueblo, revalorizándonos, rompiendo con moldes que miran para lo global, para las macrociudades, como modelo, en un mundo que devalúa y destruye lo rural, asociando todo progreso y modernidad al alejamiento del campo y lo rural. Sin embargo, la salud humana y la salud ambiental del planeta nos dicen que tenemos que mirar para el campo por la naturaleza, leer el ayer para sembrar el mañana.

A partir de una lectura rica de los archivos, Horacio presenta un amplio recorrido de la historia de Barlovento, con páginas cargadas de información, en la que presenta los temas básicos para entender el presente: poblamiento, comunicaciones, actividades económicas: cultivos, ganadería, reparto y uso de las tierras, el papel de los usos comunales, las actividades forestales, los aprovechamientos de madera, los recursos hídricos y la tierra, los grandes ciclos económicos y Barlovento, los conflictos por la tierra y el agua.

Horacio describe los montes con sobrepastoreo, hasta la cumbre, con una gran explotación de la madera y nuevos cultivos como los boniatos para mitigar el hambre. En otro estado de cosas, sitúa la cebada y el centeno para suelos más pobres, para conseguir algo que llevar al estómago.

Capítulos importantes son los dedicados a la alimentación; sequía, langosta, tierras dedicadas a cultivos no comestibles, escasez de grano, importación, hambre, situando el año 1847 como el de la carestía de alimentos que nos obligó a recurrir a la raíz de helechos y las tuneras asadas como alimento.

El libro es un trabajo que nos ilustra con abundante documentación del recorrido de una comunidad a lo largo de los años, siendo un documento básico que nos sirve, de alguna manera, para preparar el futuro, entendiendo que, para ello y en buena lógica, hemos de conocer el pasado.

Echamos de menos que dicho trabajo no aparezca como una referencia importante de lectura básica en Barlovento, máxime cuando vemos las referencias de nuestros pueblos, la desmotivación en nuestros jóvenes por las cosas y conocimientos sobre temas básicos para generar riqueza económica y ambiental, agua, agricultura, turismo, dignificación de nuestra historia y la económica, como optimizar nuestro medio. En relación a ello Horacio hace un recorrido a través de diez capítulos, en el que nos habla de un rico repertorio, desde el robo del pósito a la construcción de la Iglesia y a las actividades agropastoriles. Aquí y ahora, el presente y futuro de Barlovento, que nos obliga a mirar para dentro dignificando nuestro entorno.

La lectura del trabajo de Horacio nos sitúa en el Barlovento con más recursos en quinientos años de historia, que tiene los mejores montes, y qué decir de las viviendas, la sanidad, los centros de enseñanza... Nos falta una valoración en positivo de cómo optimizar los recursos campesinos; agua, tierra, turismo, naturaleza, con una gestión que dignifique y armonice naturaleza y vecinos, en una sociedad más equilibrada y solidaria que reconozca valores que hoy están devaluados, por un espejismo que degrada y devalúa lo pequeño, lo local, en una farándula, y que no siembra futuro, ni bienestar social y ambiental.

La lectura del estudio sobre Barlovento es también una manera de dignificar y autovalorar lo nuestro, como colectivo, que se identifica con el territorio que pisamos, ante un mundo globalizado que nos empobrece.

Enhorabuena y gracias a Horacio.

* Concejal de Barlovento