¡¡Bankiarrota!!

 

Ramón Moreno Castilla

Nunca mejor dicho, dada la extrema gravedad de la situación: "Después de aquellas lluvias vienen estos lodos". Refrán que es perfectamente aplicable a la hecatombe del sistema financiero español, en general, y del bancario, en particular; y por extensión, aquí en la colonia, cuyas graves repercusiones están por llegar todavía, pese a que ya nos hemos quedado sin instrumentos económico-financieros propios (pese a la propaganda subliminal de Caja Siete) y a que nuestros capitales son gestionados en España, fuera de nuestras fronteras. ¿Hay derecho a esto? ¿Dónde están los culpables y a quiénes habrá que pedirles responsabilidades?

Es evidente que España está en clara "bankiarrota"; y así como en Grecia será recordado el 12 de febrero de 2012 como la jornada de la Gran Capitulación, en España se recordará el 9 de mayo y el viernes 11, día del consejo de ministros del Gobierno español, como el segundo plan de ajuste y la nacionalización del Banco Financiero y de Ahorro (BFA), matriz de Bankia. Para contextualizar ambos procesos, el griego y el español, con sus peculiares características, y dado el paralelismo existente, salvando todas las distancias, entre el rescate de Grecia y la debacle del sistema bancario español, bueno será recordar los sucesos griegos, que podrían ser los prolegómenos de lo que le puede pasar a España.

Ese día, el citado 12 de febrero, a cambio de la promesa de un segundo plan de rescate financiero, el gobierno heleno aceptó las humillantes condiciones impuestas por el "clan europeo de la triple A", liderado por Alemania: draconianos recortes del gasto público, rebaja del salario mínimo, reducción de las pensiones, despido de 150.000 funcionarios, subida de los impuestos y privatizaciones masivas. De nada ha servido que los griegos lleven ya más de cuatro largos años de terapia de choque y de sacrificio sociales durísimos, ni que hayan tenido que someterse, el 10 de noviembre del año pasado, a un "golpe de Estado financiero" mediante el cual Berlín impuso, sin ninguna consulta democrática previa, al banquero Lukas Papademos (exvicepresidente del Banco Central Europeo, BCE) como primer ministro de un gobierno tripartito formado por social-demócratas, conservadores y extrema derecha. Con el agravante de que el mapa político de Grecia tras las elecciones generales del pasado domingo ha quedado absolutamente atomizado, donde la fuerza ganadora de los comicios, la conservadora Nueva Democracia, tendrá que pactar para gobernar, tal como ha propuesto su líder, Antonis Samarás, y tal como está pidiendo la propia UE, exigiendo la formación de un nuevo gobierno ya.

Pero a Atenas se le ha exigido una afrenta aún mayor: se trata claramente de una enorme sesión de soberanía, la mayor probablemente realizada por un país en tiempos de paz (EL PAÍS, Madrid, 21 de febrero de 2012). De hecho, Grecia ha sido colocada bajo tutela europea, y ahora dispone, en todo lo concerniente a su presupuesto y a su economía, de un estatuto de soberanía limitada. Semejante advertencia se veía venir, lo que constituiría, además, una seria advertencia a los otros países en dificultades de la zona euro, entre ellos la misma España. Ya en julio de 2011, Jean-Claude Juncker, primer ministro de Luxemburgo y presidente del Eurogrupo, que supervisa y coordina las políticas y estrategias económicas de los Estados de la eurozona, y que congrega una vez al mes a los ministros de Economía y Finanzas de esos Estados, había avisado en una entrevista concedida a la revista alemana Focus, el 4 de julio de 2011: "La soberanía de Grecia será enormemente restringida". Y el 27 de enero pasado, el prestigioso diario británico The Financial Times reveló un documento alemán que exigía el envío a Atenas de un Comisario con derecho a veto para dirigir el presupuesto público de la nación helena y bloquear cualquier gasto no autorizado por sus acreedores. Un día antes, en una entrevista al diario alemán Der Spiegel, el jefe del grupo parlamentario de la Unión Cristiano-Demócrata (CDU), Volker Kauder, fue más lejos aún: reclamó el envío a Atenas de "funcionarios alemanes que ayuden a construir una administración financiera eficiente". Cosa que también solicitó el propio ministro alemán de Economía, el liberal Philipp Rösler.

A tanto no se ha llegado realmente, pero el acuerdo del 21 de febrero prevé "una presencia permanente en Grecia de una misión de la Comisión Europea" para controlar y vigilar sus cuentas, así como "una presencia reforzada de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional) para supervisar permanentemente el pago de la deuda". Los fondos transferidos en el marco del Plan de ajuste serán ingresados en una cuenta que solo la troika gestionará, no el gobierno griego. Y que servirá únicamente para reembolsar la deuda soberana, no para pagar los salarios de los funcionarios o las pensiones de los jubilados, por ejemplo. Por tanto, los nuevos bonos del Estado heleno no serán de derecho griego, sino de derecho británico. En caso de conflicto entre Atenas y los acreedores privados, el litigio será dirimido en Luxemburgo, no en Grecia. Y aunque no es una cuestión oficial, la República helena ha dejado de ser un Estado soberano.

La Unión Europea ha entrado, de forma encubierta, en una nueva etapa en la que los Estados fuertes ("el clan de la triple A" más Francia) exigen de los demás, y en particular de los Estados de la periferia, un cambio de régimen. No se trata estrictamente de un estatuto colonial, pero se asemeja bastante a un tipo de administración que las grandes potencias establecieron durante la época colonial: el protectorado. La diferencia con la colonia es que el "Estado protegido" conserva formalmente sus instituciones pero cede a la "potencia protectora" su política exterior y, sobre todo, su economía y su comercio exterior. No debe sorprendernos, pues, que desde el comienzo en 2008 de la crisis financiera, hayamos asistido en el seno de la UE, y más particularmente en la Eurozona, a una pérdida flagrante de soberanía de los Estados más deprimidos (Irlanda, Grecia, Portugal, Italia y España). Como fase preliminar del nuevo estatuto de "protectorado europeo" al que desgraciadamente ha accedido Grecia. La canciller alemana Ángela Merkel acuñó en septiembre pasado el concepto de "marktkonforme demokratie" (democracia en conformidad con el mercado), y lo definió de la manera siguiente: "La elaboración del presupuesto del Estado es una prerrogativa fundamental del Parlamento, pero hay que hallar vías para que ese requisito democrático esté en conformidad con el mercado" (declaraciones a la radio pública alemana Deutschlandfunk, 1 de septiembre de 2011).

El mercado es ahora la pauta, lo cual significa que ya no son los electores los que determinan las decisiones legislativas, sino las Bolsas, los especuladores y los bancos (ver Rafael Poch, "Un documento alemán pide un comisario para Grecia", La Vanguardia, Barcelona, 28 de enero de 2012). Esa nueva filosofía antidemocrática triunfa hoy en Europa, y se traduce en normas, leyes y tratados que limitan los márgenes de maniobra de los gobiernos y funciona como un "piloto automático" para domesticar a las sociedades; y, a ese respecto, Grecia funciona como un modelo de lo que amenaza a los demás países de la periferia. Y que el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) va a establecer como norma legal en la Unión Europea a partir del próximo mes de julio.

Concebido por Ángela Merkel y aprobado ya por el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, el MEDE es un nuevo mecanismo intergubernamental, una especie de FMI europeo, que está siendo ratificado por los parlamentos de los países europeos sin ningún debate público, pese a que sus características podrían tener funestas consecuencias para los ciudadanos. El MEDE prevé la concesión de ayudas financieras a países en dificultad, a condición de que cedan soberanía, acepten colocarse bajo la tutela de una troika europea y apliquen despiadados planes de ajuste.

El MEDE viene articulado con el "Pacto fiscal" adoptado el pasado 30 de enero por veinticinco de los veintisiete jefes de Estado y de Gobierno de la UE. Este tenebroso pacto, cuyo nombre verdadero es "Tratado sobre la Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la Unión Económica y Monetaria" es también una exigencia de Alemania, y obligará a los Estados firmantes a incluir en sus respectivas Constituciones la llamada "regla de oro", que impone mantener el déficit estructural anual por debajo del 0,5% del PIB. Con la particularidad de que los países que no incluyan en sus Cartas Magnas ese techo de gasto podrán ser denunciados ante el Tribunal de Justicia de la UE por cualquiera de los otros Estados miembros.

Que se prepare España con la que le viene encima. Según un "gurú" de la economía, España necesitará ser rescatada y, además, saldrá del euro. Es lo que sostiene el prestigioso economista Nouriel Roubini, profesor de la Universidad de Nueva York, que se ganó el apodo de "Dr. Doom" por haber predicho la crisis de las hipotecas subprime. En la apertura de la Skybridge Alternative Conference, este economista dijo que España perderá su acceso a los mercados este año, necesitará un rescate, y aún así no se salvará del desastre. "Esto (el rescate) no va a funcionar. Entonces, quizás dos años después se producirá una restructuración de la deuda, y al final incluso España podría salir de la eurozona".

Pero no será solo España. Para Roubini, Grecia y otros países tendrán también que marcharse de la zona euro. El problema, dijo el economista, está en que las economías de la periferia europea están presionadas por su incapacidad manifiesta de hacer frente a sus deudas. Así, 2013 será el año de la "tormenta perfecta global", gracias a los problemas económicos de Estados Unidos -que según aventuró el economista volverá a entrar en recesión- y la Unión Europea, que se sumarán a un conflicto militar con Irán y a una ralentización del crecimiento de los países emergentes como China.

Y como quiera que del asunto Bankia y de las medidas adoptadas por el Gobierno español ya se ocupan profusamente todos los medios de comunicación, solo hacer unas consideraciones finales.

La disyuntiva, en mi opinión, está en si prevalece la lógica económica o el bienestar social. En todo caso, lo que está claro es que la Obra Social de la Caja Insular de Las Palmas se va a resentir; y la quiebra del sistema bancario español tendrá graves repercusiones para Canarias, donde el estatus colonial que soportamos se agudizará.

¿No será el momento oportuno para cortar amarras y arreglarnos solos a partir de ahora?

rmorenocastilla@hotmail.com