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Cristian Sima
Guerra
Introducción
Para
la izquierda independentista canaria es, como es lógico, de vital importancia
luchar contra el colonialismo español en las Islas. Esta lucha es entendida
como fundamental porque sin ella se entiende que las clases populares no podrán
emanciparse jamás. En ella podemos diferenciar claramente dos planos: el plano
material, que sería la conquista de la independencia política del Archipiélago
y la ruptura con el Estado monárquico español; y el plano simbólico o
cultural, que consistiría en la liberación cultural de los canarios. Esta
lucha se enmarca en el principal conflicto social: la lucha de clases.
“Las
ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época”
Karl Marx & Friedrich Engels (1846). La Ideología Alemana.
Esta
cita sobradamente conocida de Marx y Engels ha empujado a muchísimas
organizaciones de izquierdas a caer en dos planteamientos brutalmente
mecanicistas: (1) que la dominación ideológica, y por extensión simbólica o
cultural, se produce de forma automática (lo cual demuestra cierta incomprensión
sobre cómo ésta se produce realmente) y (2) que dicha dominación se produce
sobre todos los individuos dominados, de modo que no encuentra prácticamente
resistencia ni oposición.
Como hemos señalado,
entendemos la lucha de clases como principal conflicto social. Para esta reflexión
bastará con señalar que la lucha de clases es, en última instancia, el
conflicto que se produce entre dos grandes grupos sociales, empresarios y
trabajadores, teniendo cada uno de ellos sus propios intereses, valores
culturales, etc. En este sentido, creemos que este tipo de conflictos (entre
grupos sociales con intereses encontrados) demuestran que el asunto no es tan
sencillo.
En primer lugar, un
conflicto de este tipo (por ejemplo entre obreros y empresarios o entre colonia
y metrópoli), aunque es cierto que se trata de un conflicto fundamentalmente de
calado económico y político (la conquista de la plusvalía en el caso del
conflicto clasista, o la disputa por el territorio entre los movimientos
anticoloniales y el nacionalismo imperialista), implica, también, un conflicto
ideológico, simbólico y de cosmovisiones encontradas. Es decir, el conflicto
entre grupos sociales tiene un plano simbólico en el que cada uno de ellos
pretende conquistar el terreno de los imaginarios colectivos. Por esta razón es
totalmente erróneo pensar que la dominación ideológica y la cultural son
siempre totales.
En segundo lugar,
en la dominación ideológica y cultural operan diversos factores que pueden
facilitarla, dificultarla o impedirla. Algunos de estos factores son el capital
cultural, la historia de vida o los distintos niveles de influencias de los
distintos agentes socializadores (que, con bastante frecuencia nos socializan en
ideas y valores contradictorios, por ejemplo: en la escuela se te enseña a ser
obediente y formal, mientras que en tu grupo de amigos puede que se te incite a
ser “rebelde”). Otro factor que consideramos vital es el hecho de que cada
grupo tiene cierta autonomía cultural y, por lo tanto, cada uno de ellos tiene
su propia forma de ver el mundo así como sus propias reglas y, en consecuencia,
durante el proceso en que un grupo social intenta imponerse simbólicamente
puede ocurrir que fracase, debido al esfuerzo del grupo dominado por mantenerse
fiel a su cultura, normas e ideología. Por estas razones es erróneo pensar que
la dominación simbólica se produce de forma automática, pues si tal cosa
fuese cierta no podríamos entender cómo en el proceso de dominación existen
momentos de ruptura o transformaciones más o menos significativas.
Finalmente cabe señalar que en este tipo de conflictos, con
frecuencia, las clases dominantes realizan importantes esfuerzos para apropiarse
de los elementos culturales de los dominados que son subversivos o
potencialmente subversivos, ya que la disputa implica apropiaciones simbólicas.
Canarias y la bandera
tricolor
En Canarias, cuando hablamos de las distintas luchas
desarrolladas por el independentismo de izquierdas, podemos señalar que su
plano simbólico se ha desarrollado centrándose básicamente en cuestiones
identitarias, según las distintas nociones de cultura nacional que han manejado
los distintos grupos sociales y organizaciones políticas. En esta pugna se ha
observado cómo, a pesar de que seguimos bajo la opresión y dominación
colonial, los canarios han podido desarrollar posturas que han dificultado la
imposición simbólica española, pues dichos canarios sienten que si ceden ante
ella dejarían de ser fieles a la “auténtica cultura canaria”, esto es, a
su propio universo ideológico y cultural. Esto es una prueba que evidencia que
la dominación ni es total, ni se produce de forma automática.
En este conflicto
hemos visto como un icono tan importante y reivindicativo como lo es la bandera
tricolor canaria que, elaborada, al añadirle las siete estrellas verdes, en
1964 por el MPAIAC para simbolizar la igualdad de las siete islas sobre el mar
azul y convertirse oficialmente en la bandera nacionalista, ha sido objeto de la
disputa ideológica y cultural. Desde su creación, la tricolor canaria ha
gozado de una aceptación tan importante que, no en pocas ocasiones, la población
canaria la ha confundido con la bandera autonómica. Quizás, debido a su masiva
aceptación, es que Coalición Canaria la comenzó a usar como símbolo del
partido. Desde entonces no han sido pocos los independentistas que han sentido
que su símbolo era robado por una formación política que no duda en someterse
a los deseos e intereses del colonialismo. Otros, sin embargo, sostienen que,
desde tal suceso, la bandera ha perdido su significado original y
revolucionario, razón por la que creen que el independentismo de izquierdas ya
no debe ni reivindicarla ni hacerla suya.
Es decir, la
bandera tricolor ha vivido un proceso de apropiación por parte de la clase
dominante canaria, habiendo perdido ésta su significado original. Sin embargo,
considero que el independentismo no debe abandonarla, sino reconquistarla y
reivindicarla continuamente como suya. Para ello, debemos no sólo reivindicarla
como nuestra en todas las movilizaciones sociales, políticas, ecológicas y
económicas, sino también introducirla en las instituciones que el
independentismo más consciente conquiste. A mi entender, de este modo podremos
arrancársela a Coalición Canaria, y hacerla propia de la lucha por la
emancipación social y nacional, ya que ésta es una bandera digna,
revolucionaria e internacionalista. Bajo esta bandera no sólo no se oprime a
ningún pueblo ni se explota a ningún trabajador, sino que se lucha para que
dichos fenómenos, la explotación y el colonialismo, dejen de existir.