El
ayer y el mañana
Wladimiro
Rodríguez Brito *
El
pasado domingo se celebró en la ermita de San Antonio Abad, junto al barranco
de Acentejo, uno de los encuentros culturales más importantes de nuestro medio
rural. Es de destacar que, si bien se celebran en la Isla romerías dedicadas a
San Antonio Abad (Güímar, Buenavista, La Florida, Barranco de San Juan, Arona,
Tigaiga…), es ésa la que alcanza una mayor concentración de ganaderos y
campesinos, de tal manera que el pasado domingo encontramos ganaderos de una
amplia zona, que va desde La Fuente del Bardo en San Juan de la Rambla hasta La
Fortaleza, junto al barranco de Tahodio en Santa Cruz de Tenerife. Es más, en
los últimos años, Agate, con Pedro Molina a la cabeza, ha potenciado una romería
que recorre algo más de
En
los tiempos que corren, con una amplia devaluación de lo rural y de las
tradiciones, hemos de destacar que una romería como ésta concentre próximo a
10.000 personas y, lo que es más importante, encontrarnos con un número de niños
y jóvenes que acuden a dicho santuario con los animales. Incluso esa relación
tan significativa entre el pastor y su ganado, tema este que vincula a nuestros
jóvenes con la ganadería y la cultura del campo, y es éste posiblemente uno
de los aspectos más positivos que podemos encontrar en esta romería; es decir,
miles de personas entremezcladas con las vacas, con las cabras, con algún burro
de cuatro patas que aún queda en la Isla, caballos, ovejas, etcétera. Es
decir, en la Isla, que se celebran numerosos rallies y encontramos una gran
afición a deportes de riesgo: parapente, escalada, rápel, windsurf, etcétera,
ver a nuestros jóvenes, incluyo a niños de 10 años manejando un toro que
supera los
Por
ello, ahora que tanto se habla de la economía sumergida y del PIB, aquí
encontramos una lección de lo mucho que podemos hacer para dignificar el mundo
rural, para potenciar nuestra ganadería y agricultura y para relacionar al
hombre con la naturaleza, sobre todo en una recuperación de sus cultura y
economía, en la que, como bien pudimos contemplar en las Riquedas, Los Nateros
y Ravelo o Agua García, la incorporación al campo significa crear estímulos
de otra manera de vivir más armónica, tanto con la naturaleza como en
incorporar jóvenes a la actividad productiva de nuestro medio rural.
El
barranco de Acentejo, que tiene tanto que decir en la historia de esta Isla, en
ese duro enfrentamiento entre los guanches y los conquistadores, es también hoy
una referencia de dignificación del campo y de lo urbano en la que el vino y
las papas del país, unidos a la ganadería, pueden y deben crear riqueza y
estabilidad social y ambiental para muchas familias en las que el modelo urbano
consumista, al que han dedicado en muchos casos más inquietud por tunear los
coches que por acercarse al medio rural y a la agricultura y ganadería, antes
tenía más que decir.
Como
consecuencia, estas líneas no son de nostalgia y lamento, sino que queremos
hacernos solidarios con los hombres y mujeres del campo que tienen tanto que
decir y que el pasado domingo nos demostraron un encuentro de cultura y tradición,
donde era un lujo contemplar lo bien cuidado que estaban los animales (limpios,
pelados…), en la que los ganaderos presentaban en sociedad el trabajo, el
esfuerzo, gran parte de lo que en este país no se valora; es decir, el
compromiso con la tierra, con el trabajo, que no siempre se entiende cuando
importamos productos lácteos o cárnicos de terceros países, que en el caso de
Canarias debe superar el 90% de nuestras necesidades.
Por
ello, aquí se debate un encuentro familiar, de cultura de ayer y del mañana,
de relaciones humanas, y lo que no es menos importante, esa siembra que estas
romerías hacen con nuestros niños y jóvenes, siembra que suple en gran parte
un sistema educativo alejado del entorno rural, tan básico hoy y tan importante
para encontrarnos a estas familias en torno a su ganadería, a su trabajo en la
tierra, donde se sienten recompensados por algo que no les da el mercado, tan
alejado de los problemas sociales y que ahora nos dicen que el llamado mercado
sumergido en Canarias significa más del 27%, y que nosotros entendemos que ya
era hora que alguien asocie el campo a una economía que cubre gran parte de las
necesidades e injusticias que genera el llamado mercado en Canarias, que le
atribuye al campo el 1% del PIB. Es decir, gracias a estos campesinos que hacen
un esfuerzo por subsistir ante unas administraciones que cargan de papeles y
burocracia el mundo rural y que sitúan en la clandestinidad el hecho de
cultivar unas papas, cuidar unas gallinas o unas cabras o incluso les prohibimos
el cuidado de un becerro por una serie de medidas sanitarias o de supuesta
contaminación de los acuíferos, mientras tanto le proponemos a nuestros jóvenes
un máster en pastoreo o en ciencias ocultas. Por ello, la enhorabuena a los
ganaderos, a Pedro Molina y a todos aquellos que han hecho un esfuerzo por
reactivar la cultura del ayer como siembra para el mañana.
*
DOCTOR EN GEOGRAFÍA POR LA ULL
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