Autocinismo político
Francisco R. González Alonso
Con un desparpajo inadmisible,
frente al televisor, escuché a don Paulino Rivero B. respondiendo a los
diputados que no comparten su gestión política.
Su burda simplicidad
para explicar todas las implicaciones políticas en detrimento del bienestar
social que debería estar disfrutando el pueblo canario, ya es suficiente para
descalificar su investidura como presidente del Gobierno Autónomo de Canarias,
aunque legalmente esté apoyado por una mayoría parlamentaria.
Una vez más, las
componendas tras los bastidores políticos han traicionado la decisión electoral
de nuestros pueblos insulares, y con tristeza reconozco que el emocionado
alarde sobre el sistema democrático que ha manifestado don Paulino Rivero B. es
una falacia más de su autocinismo político, como si
estuviera iniciando su gestión política por primera vez.
Se lava las manos como
Pilatos y se hace el desentendido sobre su actuación política. Al parecer,
cuatro legislaturas en las que el señor Paulino Rivero B. ha intervenido
políticamente no han sido suficientes para enderezar los entuertos de la mala
praxis democrática.
Sr. Rivero Baute, usted ha tenido la gran responsabilidad política de
haber gobernado ya un periodo constitucional, y ha echado la culpa de su mal
gobierno a la depresión económica mundial. Usted lo que no supo fue gobernar en
la abundancia lo que tenía que haber gobernado con sentido de escasez, para así
haber evitado la difícil situación paupérrima que actualmente vive la gran
mayoría del pueblo canario.
Ante la evidente
decisión parlamentaria de investirlo como presidente de Canarias, no nos queda
otra alternativa que aceptarlo por segunda vez, pues, de forma sarcástica,
usted ha entrado en el récord Guiness de gobiernos democráticos, ya que sin ser
elegido ocupa la primera magistratura del poder autonómico en Canarias
valiéndose de las artimañas políticas, que, a pesar de ser legales, huelen a
guiso visceral.
Esto que ha ocurrido
no puede repetirse más, y es motivo de un gran análisis político, pues el
sistema democrático no debe ser solamente representativo, tiene que ser además
participativo y protagónico. Por lo tanto, deben cambiarse tales disposiciones
acomodaticias de todos los partidos sin excepción.
Desde la Octava Isla
(Venezuela), observamos con mucha atención las manipulaciones políticas que han
impedido que fuese investido presidente de Canarias el candidato con mayor
votación, y eso nos tiene muy preocupados al apreciar que ciertos y
determinados partidos políticos se valen de artimañas legales que no deben
existir en una verdadera democracia. Esos postulados contradicen el verdadero
espíritu democrático y deben ser reformulados, de manera que el que gane por
mayoría de votos gobierne. Por lo tanto, Sr. Rivero Baute,
usted no es nuestro presidente electo, es nuestro presidente impuesto por las
componendas partidistas, que han demostrado actuar flagrantemente a espaldas
del electorado que participó en las pasadas elecciones autonómicas de Canarias.
Es más, usted pudo haber evitado que se nos hayan limitado nuestros derechos
constitucionales para elegir, y la decepción sufrida en la diáspora canaria se
ha manifestado rotundamente al no acudir a las urnas para ejercer su derecho al
voto.
Publicado en el periódico El Día, 04-10-2011
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