ASIMILACIÓN
Y EXTINCIÓN DE NUESTRA IDENTIDAD
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Isidro Santana León
Lo que están haciendo con Canarias es un nuevo intento de asimilación y extinción de uestra identidad.
Mientras
los falsarios e hipócritas ecolegetas hablan de proteger la biodiversidad del
planeta, entre ella los grupos étnicos del Amazonas, los lobos, el lince ibérico,
las ballenas, el cangrejo blanco y demás, aquí, en nuestra nación canaria,
esa filantropía y protección no existe con nuestro acervo cultural, nuestros
usos y costumbres, nuestras especies autóctonas y biodiversidad, pues, con
artero postureo o exhibicionismo internacional, solapan la destrucción de
nuestro patrimonio etnográfico y medioambiental etc., lógicamente a cambio de
dinero, favores políticos, subvenciones, enchufismos y todo aquello de uso
normal del Medievo, aún vigente por estos lares.
La
metrópoli –en nuestro caso España– no puede valerse por sí misma en la
colonia si no cuenta para su control y pacificación con unos medianeros de pago
muy agradecidos al reino –clase esbirril en ultramar– y con la injerencia
que hace con sus normas, forma de hablar, comportamiento etc., impuesto por la
fuerza, ajenas formas culturales que choca con nuestra idiosincrasia y nuestros
intereses, por supuesto, todo prediseñado a través de unos programas de enseñanza
que nada tienen que ver con nuestra realidad, además, de la invasión
intencionada de personas foráneas que no asumen nuestra cultura sino que tratan
de imponernos las suyas creando en nuestro pueblo un vacío de la identidad y,
en consecuencia, de la autoestima, para lograr que nuestro pueblo se sienta
inferior e incapaz. Por otra parte, se implementan mecanismos especulativos de
importación –salvaguardado con leyes como el REA que le causa una competencia
desleal a nuestros productores, especialmente del sector primario y de
autosuficiencia– todo con el fin de desmantelar, a velocidad de vértigo,
nuestros sectores productivos y de autosuficiencia, estructura maquinada para
que funcione al margen del control del pueblo canario –de una fiscalidad
propia– apta para la rapiña de nuestra tierra y la inoculación de una
idealizada dependencia del exterior. El pueblo canario, por desgracia, desconoce
las potencialidades que tiene nuestra tierra para generar riqueza, si contáramos
con nuestra soberanía nacional… Tampoco es consciente que con la soberanía
seríamos una potencia de cara a África y a América, presumiendo un PIB
superior a cualquier país europeo y con una economía saneada, sin deuda y con
empleo total. Sin embargo, siempre aparecerá el desinformado o el interesado
que preguntará capciosamente “de qué vamos a vivir”, cuando ese tópico
está mohoso puesto que si Canarias no fuera rentable España ya nos hubiera
largado: nadie alimenta una gallina que no da huevos.
Efectivamente,
en Canarias nada ha cambiado en 600 años sino en apariencia, pues, el pueblo
nativo permanece siendo siervo de la gleba que pertenece y obedece al amo que en
el momento administra la colonia, por mucho que algunos de los siervos se atavíen
con ropas de marca, tengan un 4x4; aunque hayan grandes superficies, muelles
deportivos, campos de golf, hoteles de lujo…, o, por el contrario, estén en
la más extrema situación de segregación, degradación y hambre, ya que el
pauperismo no sólo es físico sino moral e intelectual: el pueblo canario es un
pueblo colonizado, sometido, obligado a vivir de mendicante y entre más dinero
genera la colonia más pobreza hay entre los canarios.
Es
evidente que la forma más certera de domeñar a los pueblos es erosionándolos
en la psique y el entendimiento, pilares fundamentales de la comprensión que
les proporciona la identidad y la distintidad, base espiritual y de la
autoestima que si se aliena somete al individuo o a su colectivo. Es obvio que
un pueblo capacitado es indoblegable y difícil de distorsionarle la realidad,
motivo por el que han comprobado más eficaz para la subyugación el
sometimiento sutil y la fobia psíquica que la fuerza física y cruenta.
Si
analizamos sociológicamente la pirámide jerárquica, los ecologetas, las
“OSG” y los sindicatos, por su cercanía o contacto con los siervos son las
correas de transmisión más efectivas para facilitar el movimiento depredador
del Sistema, donde en un peldaño más arriba se encuentra la clase política
que se legítima tras un sufragio universal –única participación del pueblo
cada 4 o 5 años, en el paripé llamado democracia–, cuyos electos oficinistas
trabajarán al servicio de las transnacionales, bancos, FMI, BM y otros grupos
de presión, que son los que marcan y dirigen las políticas a los Estados
despojando a estos de sus soberanías. Los políticos que nos gobiernan
–empleados de los poderes fácticos mencionados–, lógicamente no están
administrando la sociedad para el reparto justo de los bienes entre la población
ni para velar por las empresas creadas con el dinero del pueblo. No, son una
casta de profesionales y tecnócratas que no les importa nuestra nación,
nuestra cultura, nuestro engrandecimiento como pueblo, sino el enriquecimiento
desmedido en contraprestación por su utilidad al sistema, donde el hijo del
canario pobre muere o lo matan con artería si han de poner en la balanza los
intereses espurios de su clan en contrapeso al del pueblo llano.
Quien
llega a ocupar cargos políticos y mantenerse en él no puede ser buena persona,
pues entrar a formar parte de esa mafia te convierte en un asesino más. El
dinero pudre, pero pudre los sentimientos y hasta la humanidad, y quien tiene
avidez de él no valora a sus semejantes como iguales sino como mercancía,
deshecho o enemigos a combatir. Una mujer u hombre honrado no puede entrar en
política –y menos aún en una colonia– pues si fuera a practicar la
honradez le rodarían la silla, le buscarían un delito inexistente o,
sencillamente, le matarían… ¿Dónde coño creen que estamos?
19/05/16
Artículos
de Isidro
Santana León publicados en El Canario