Así
era nuestro campo
Padre Báez *
El cultivo en el ahora Gran Tabaibal
(antes “Gran Canaria”), fue algo inmenso. Había de todo: papas, parras, millo,
coles, etc.; esto, sin contar las frutas. Pero ello, en toda nuestra Historia
(menos al presente, que no hay nada por prohibición del cabildo; prohibición,
que alcanza a la ganadería, ya que igualmente, antes había vacas, cabras,
ovejas, cochinos, gallinas, conejos, etc.).
Tal era nuestra
producción, que se daba el proceso inverso que se da en la actualidad, cuando y
donde lo importamos todo, entonces éramos exportadores de casi todo a todo el
mundo, desde el oriente al occidente, sin obviar al centro (Europa, la misma
que nos ha rematado, obligando incluso a arrancar nuestras parras, y ello a
pesar de producir el mejor vino del mundo dada la calidad de nuestra uva, por
el clima y la tierra). Todo el campo, estaba cultivado y lleno de animales
productores de leche y carne, entre otros. Ahora, todo eso ni para el turismo
de campo (o turismo rural, que es lo mismo), en el que lo han querido
reconvertir. El visitante que ose o se atreva salir al campo, se va a encontrar
en un mundo despoblado y vacío de toda actividad propia del mismo. Hemos pasado
de vender de casi todo, a comprar de todo. Teníamos los mejores productos del
mundo. Copábamos los mercados propios y extranjeros. La calidad de lo
nuestro era muy estimada y reconocida. Y
nos han convertido en un lugar: pobre, de miseria, de hambre (y la tierra, la
tienen toda protegida dedicada y también la maleza que produce sin cultivo, y
en decir de los pastores “llena de basura (veroles,
retamas, tabaibas, etc.)” ¡Ese ha sido el cambio!
En el campo
–antes- había alegría, progreso, dinero... Era nuestro mejor activo. Hemos
pasado de nobles a miserables. Producíamos y comercializábamos. Habíamos
heredado de los guanches (de nuestros acerbos y antepasados, una cultura única
y ejemplar en el mundo [convertir en
cercados auténticos riscos, con paredes para un metro de ancho de terreno para
plantar auténticas cosechas de todo, incluidas ahora las plataneras]).
Reivindico y pido a la clase política: nos devuelva a aquel paraíso; a aquel
vergel. Y ahora, nos traen de todo lo que producíamos, como si por aquí un rayo
o peor, hubiera arrasado todo y calcinado la tierra (que sigue siendo la misma
en ferocidad productiva, pero de hierbas y arbustos malos que nada se
aprovecha, porque todo -incluso eso- lo tienen protegido). Aquel era nuestro
mejor patrimonio, y lo han despilfarrado. Ahora, el mundo cultiva para
nosotros, y el negocio es para el cabildo que cobra en el puerto por la entrada
de todo eso, y arruina al que cultive algo, porque lo de fuera, aunque no más
bueno, es más barato.
Además, se ha
ido introduciendo toda clase de parásitos y virus, que infestan cuanto se
plante de por libre, por mínimo que sea. Y al no producir, se está obligado a
comprar fuera (¡toda una estrategia bien estudiada).
Sabido es, que no hay control, y así la isla, las islas todas, se ha ido
llenando de daño, de tal forma que sin herbicidas múltiples, nada se puede
cultivar, por plagas y demás. Actualmente, solo producimos restos y basuras,
sin más.
* Fernando Báez Santana, Pbtero.
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artículos del Padre Báez publicados en El Canario y en El Guanche