Las armas químicas en el período colonial español en el Rif: Crónicas del horror

 

Francisco P. De Luka

 

El Rif fue siempre una tierra olvidada, castigada y masacrada por los poderes establecidos

 

Desde hace unos años, concretamente desde Julio de 1999, viene funcionando en el Rif marroquí la Asociación de Defensa de las Víctimas del Gas Tóxico en el Rif, una ONG que lucha denodada y tenazmente para que se haga la luz sobre un hecho deleznable ocultado por la alta política. Un grupo de notables rifeños se decidió a dar el paso para denunciar y dar a conocer al país y al mundo entero lo que sucedió en la década de los años veinte del pasado siglo, durante la funesta y criminal acción colonial española ejercida en su zona de Protectorado. La historia de Marruecos nos señala el año 1912 como el de la repartición por parte de los gobiernos español y francés del país maghrebí en dos zonas o regiones bajo el status colonial de “Protectorado”, es decir, un control político y económico que en teoría respetaba la figura del sultán ejerciendo una suerte de “protección”, al socaire de una pretendida “civilización” para, de paso, esquilmar los abundantes recursos naturales. La zona norte correspondió a España, desde el Mediterráneo hasta las inmediaciones del corredor de Taza y desde el Atlántico hasta la desembocadura del Oued Moulouya, abarcando la mayor parte del territorio de la cordillera del Rif habitado por las indomables y orgullosas tribus bereberes, que repartidas en numerosas confederaciones tribales ejercían de hecho la soberanía sobre sus legítimas tierras. El Khalifa ejercía el mando independiente sobre dicho territorio junto con el Alto Comisariado español, mientras que el Sultán de Marruecos lo hacía en el resto del país, o Protectorado francés, bajo el mando del Alto Comisario de aquel país.

 

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Las facciones de løs rifeñøs nos resultan significativamente familiares

 

Cabe destacar, por su relación con Canarias, el territorio de Ghumara situado en el Rif occidental, antaño berberófono y hoy día arabófono, cuna de una parte de los primeros pobladores de La Gomera a la que dieron el nombre de la isla, y la tribu de los Beni-Bechir perteneciente a la Confederación de los Senhaya de Srair situada en el Rif Central, cuyos miembros son descendientes de antiguas poblaciones preislámicas que se establecieron en esta zona procedentes del sur marroquí y pertenecientes al grupo dialectal tachelhit. Ya el autor francés Sabin Berthelot, cónsul de su país en Tenerife, sugirió a mediados del siglo XIX la relación etimológica entre los Beni-Bechir y los bimbaches de El Hierro. El etnónimo herreño se justifica aún más si tenemos en cuenta que en la zona del Sous marroquí y el Sahara Occidental abunda el apellido y el etnónimo Bachir o Ait-Bachir, de lo que resultaría en lengua tamazightwi-n-bachir” <>bimbache= “los de bachir”.

 

Retomando el tema objeto de este artículo, es preciso resaltar antes la relevante figura del rifeño Abdelkrim Al-Khattabi, nacido en Adjir (Al-Hoceima), líder de la resistencia frente a los españoles y artífice de la victoria amazigh en los montes de Annual, a partir del 21 de julio de 1921, batalla en la que murieron más de 20.000 soldados hispanos. Ho Chi Minh se refirió a Abdelkrim como el fundador de la guerrilla moderna, en la que se inspiró posteriormente. No deja de ser significativa la analogía del lider rifeño con el gran Imuha Benchomo que en Tenerife masacró igualmente a los españoles en la batalla de Asenteh, en Mayo de 1494, utilizando ya la guerra de guerrillas.

 

Aunque menos conocido, es digno de destacar igualmente a Sellam Amezian, líder amazigh que comandó valientemente la insurrección del Rif de 1959 contra el Estado marroquí, sofocada por el general Mhammed Oufkir que provocó unos 8.000 muertos, ostentando el mando supremo de las FAR el entonces príncipe heredero Mulay Hassan, padre del actual soberano.

 

El Rif fue siempre una tierra olvidada, castigada y masacrada por los poderes establecidos, ya fueran españoles o del propio Estado marroquí, debido al ancestral orgullo de sus pobladores y al ardiente deseo de libertad e independencia que los hacía ingobernables. En 1923 Abdelkrim declara una efímera República Independiente del Rif consiguiendo lo imposible: la absoluta unificación de todas las confederaciones imazighen de la región, que entendieron que a pesar de sus tradicionales diferencias internas debían unirse frente al enemigo. Constituyó este hecho un gran escándalo internacional que motivó la acción combinada de España y Francia, con la colaboración implícita del Sultán que veía peligrar la integridad territorial del país. A finales de 1925 entran las tropas españolas en Al-Hoceima al mando del general Sanjurjo, reprimiendo salvajamente la rebelión liberadora y empleando ya la guerra química.  

 

Sin embargo, es a raíz de la derrota de Annual (1921) cuando los españoles comienzan a emplear las armas químicas en revancha por la victoria rifeña (observamos aquí un paralelismo con la represión ejercida en Tenerife contra el pueblo guanche a raíz de la derrota de Acentejo, que lleva a los invasores, entre 1495 y 1496, a la contaminación del agua de las acequias provocando una mortal epidemia tifoidea entre los isleños de los bandos de guerra). En noviembre de 1921 se lanza el primer ataque químico español con gas fosgeno en los alrededores de Tánger en los aduares y la población civil de las tribus jbala. Entre 1921 y 1927 el Estado español emplea sistemáticamente en el Rif el gas fosgeno, difosgeno, cloropicrina  y, sobre todo, el “gas mostaza” (yperita).

 

El investigador Ignacio Cembrero relata pormenorizadamente, en un artículo  publicado en la prensa española en Febrero de 2002, los horrores de la acción criminal del ejército español contra el pueblo rifeño. Entre los diversos testimonios aportados, podemos leer:

Tiraban algo así como azufre. La gente se quedaba ciega. Su piel se ennegrecía y la perdían. El ganado se hinchaba y después moría. Las plantas se secaban de golpe .

Prosigue el periodista autor del artículo con el relato del testigo Mohamed Faragi, de 91 años, vecino de la aldea de Tafdna, Al-Hoceima, que era un adolescente en aquella época y que cuenta como caía el haraj (veneno) desde el cielo:

Durante semanas no se podía beber el agua de los arroyos. Me decían que el agua estaba envenenada, Las bombas caían en todas partes. La gente se metía en cuevas y construía cabañas para esconderse y proteger el ganado. Allí se metían en cuanto oían el ruido de un avión”.

Otro testigo, Habou N´Amar Massoud, ex –combatiente rifeño de 102 años, refiere:

Recuerdo que algunos de mis compatriotas resultaron asfixiados y lo que me sorprendió fue el empeño que tenían los españoles por comprar los fragmentos de las bombas estalladas, como si quisieran borrar cualquier rastro”.

 

El concepto de “bomba X“ se introdujo –según Cembrero- en el intercambio de correspondencia entre el alto mando español y el gobierno de la Metrópoli para evitar hablar de armas químicas, en un ejercicio de pura falacia. En 1990 los investigadores alemanes Rudibert Kunz y Rolf Dieter Müller, en su obra “Gas venenoso contra Abdelkrim. Alemania, España y la guerra del gas en el Marruecos español, 1922-1927)”, denuncian las ventas de Berlín al gobierno español de armas químicas, además de la ayuda alemana para la construcción de la fábrica de La Marañosa (Toledo). Por su parte, el británico Sebastian Balfour, Profesor de la London School of Economics, publicó en Marzo de 2002 una obra (Abrazo mortal) detallando aspectos de la guerra química en el Rif, fruto de cuatro años de investigación indicando la circunstancia de que era la tercera vez que se empleaban armas prohibidas por los tratados internacionales.

 

Las frases atribuídas a los mandatarios españoles de la época ponen los pelos de punta:

-“Siempre fui refractario al empleo de los gases asfixiantes contra estos indígenas, pero después de lo que han hecho y de su traidora y falaz conducta, he de emplearlos con verdadera fruición” -escribía en un telegrama el 12 de agosto de 1921 el Alto Comisario en Tetuán, el general Dámaso Berenguer.

Por su parte, el perverso monarca español Alfonso XIII (del que, por cierto, las autoridades coloniales y sus lacayos isleños celebraron en Canarias el centenario de su visita) afirmaba en 1925 al agregado militar francés en Madrid al que recibía en audiencia:

Hay que dejar de lado las vanas consideraciones humanitarias, porque con la ayuda del más dañino de los gases se salvan muchas vidas españolas y francesas. Lo importante es exterminar, como se hace con las malas bestias, a los Beni-Urriaguel y a las tribus más próximas a Abdelkrim”.

El temible “gas mostaza” es disparado por la artillería en la batalla de Tizi-Azza, en julio de 1923, causando estragos entre los rifeños. En 1924 les llegó el fatal turno a la tribu de los Beni-Touzin, cuyos poblados y población civil fueron bombardeados por la aviación española. En relación con los Beni-Touzin (ubicados al oriente de la provincia de Nador, en el círculo del Rif, noreste de Marruecos), la técnica de cocción de la cerámica empleada por esta tribu (previa excavación de un agujero en el suelo de poca profundidad, en cuyo fondo se coloca la hojarasca que activa la combustión) es muy similar a la utilizada por los antiguos canarios, según Sedeño:

después de esto hacían un hoyo en la tierra onde ponían la losa i cubrían con tierra, i ensima haçian lumbre por un día u el tiempo necesario para coçer su losa” (en F. Morales Padrón, 1978).

 

Las circunstancias de aquel bombardeo contra los Beni-Touzin fueron denunciadas valientemente por el mariscal francés L. Hubert Lyautey, máxima autoridad del Marruecos francés:

los aeroplanos españoles han dañado gravemente los pueblos rebeldes, usando con frecuencia bombas de gas lacrimógeno y asfixiante que causaban estragos entre la pacífica población. Gran número de mujeres y niños han acudido a Tánger para recibir tratamiento médico”.

 

Asímismo, H. Pughe Lloyd, oficial británico que recorrió la zona, afirma en un despacho remitido al gobierno inglés en enero de 1926:

Muchos rifeños murieron… sobre todo estaban medio ciegos o tenían muy afectados los pulmones”. Balfour asegura que en los informes se constata que los españoles escogían las áreas más pobladas y los momentos de mayor aglomeración para lanzar las bombas químicas, provocando que los rifeños abrieran los zocos comerciales por la noche.

 

A partir de 1927, al finalizar la guerra colonial, los documentos y actas que hablaban de las armas químicas se destruyeron o simplemente no existieron, extendiéndose un manto de silencio que duró 63 años (hasta 1990) propiciado por el régimen franquista. A finales del pasado siglo, el Estado marroquí abandonó su política de avestruz y decidió dar vía libre a las denuncias de los rifeños con la autorización de las primeras Asociaciones de Víctimas, acentuando la política de acercamiento gubernamental con la región del Rif.

 

Hoy en día proliferan en el norte de Marruecos los actos de homenaje, las conferencias sobre el tema y las declaraciones de los diversos militantes imazighen denunciando este terrible crimen de lesa humanidad. En Marzo de 2004 la TV ofreció un documental de una cadena saudí sobre la utilización de las armas químicas en el Rif. Sin embargo, algunas veces surgen prohibiciones gubernamentales para determinados actos nacionalistas rifeños en donde se denuncian estos hechos y la reivindicación de la lengua tamazight , en su variante tarifit.

 

Por su parte, Aziz Benazouz, vicepresidente de la Asociación de Víctimas y secretario general del sindicato marroquí CDT, reivindica ante el gobierno español el reconocimiento de sus crímenes y la petición oficial de perdón, además de financiación de la investigación de las causas de los altos índices de cáncer en el Rif, denunciados por el Prof. B. El Gueddari, director del Instituto Nacional Oncológico de Rabat, en relación con el resto del país.

 

Si se confirma su relación con las armas químicas se exigirá a España una indemnización colectiva, -afirmó Benazouz, al que se une la firme reclamación de Said Al Khattabi, hijo de Abdelkrim, exiliado en El Cairo, exigiendo a España reparación moral y económica en la castigada región del Rif.

 

[1]Guerra Rif-Annual