ARIMAGUADAS:
¿PROSTITUCIÓN SAGRADA?
Francisco
García-Talavera Casañas
Desde la más remota antigüedad, lo que se
ha dado en llamar “prostitución sagrada” se dio en las más diversas culturas y
creencias, casi todas relacionadas con el culto a la “diosa madre” y a los
ritos de fertilidad, que coincidían con las épocas de la siembra, de la cosecha
o el apareamiento del ganado. También hubo momentos señalados en los que se
gozaba de entera libertad y promiscuidad en las relaciones sexuales, como
sucedía en “la noche del error” en la cultura amazigh (bereber). De igual
manera, se vincula este tipo de
prácticas a las antiguas sociedades matriarcales, en las que sexualidad y
espiritualidad iban de la mano y en las que el sexo era una ofrenda para
conseguir el favor de los dioses en cuanto a la fertilidad. Y así, en antiguas
civilizaciones orientales como la mesopotámica y la egipcia se pensaba que al
practicar estos ritos se aseguraban la fecundidad de la tierra, del ganado e
incluso de las personas. Sin embargo, también se plantea la hipótesis de que
estas prácticas guardan relación con los rituales de iniciación de las vírgenes
adolescentes antes del casamiento. Estas mujeres consagradas, generalmente
vivían en casas o “templos” destinados para ellas y eran llevadas allí, al
comienzo de la pubertad, para encargarse de ciertas labores sagradas del
templo. Se mantenían de los donativos de los hombres que tenían relaciones
sexuales con ellas.
Pero quizás los antecedentes más claros
los tenemos en Mesopotamia, con el culto a Ishtar, que concedía a las
“prostitutas sagradas” el status de sacerdotisas, siendo consideradas y
respetadas como personas privilegiadas y admiradas por la sociedad. Algunas
incluso eran nobles, princesas o hermanas del rey. Ishtar era en Babilonia la
diosa del amor, de la guerra, de la fertilidad y de la vida…, aunque su culto se asociaba principalmente con la sexualidad. La diosa
Ishtar viene a ser equivalente a la Astarté de los
fenicios, Tanit de los cartagineses, Afrodita de los
griegos y Venus de los romanos, todo ello como resultado de un continuo trasvase
cultural y religioso, a través del Mediterráneo, a lo largo de la Antigüedad,
que también llegó a Canarias.
Asimismo, existen paralelismos en lugares
mas lejanos, como la India, en donde las “devadasis”
(prostitutas religiosas), generalmente niñas menores de edad de la casta de los
intocables, eran llevadas a los templos hindúes para bailar y actuar en nombre
de la diosa Yellamma. Y más lejos aún, en la isla de
Pascua, se dan unas asombrosas convergencias culturales con Canarias,
especialmente en la concerniente a nuestras arimaguadas, pues allí existía la
costumbre de llevar a dos cuevas volcánicas del Poike,
en el extremo oriental de la isla, a niñas preadolescentes, a las que llamaban
“neru” (vírgenes), que quedaban aisladas por un largo
tiempo, no se sabe bien si con fines religiosos o para conservar la tez blanca
de su cuerpo, a la que se le daba mucha importancia en los tiempos antiguos.
Y si ahora nos trasladamos a nuestras islas,
vemos que las fuentes documentales de la conquista de Gran Canaria,
posiblemente influidas por la mentalidad
religiosa de la época, presentan a las arimaguadas como sacerdotisas o monjas.
Nos dice la crónica Ovetense: “…Los guanartemes tenían casas de doncellas encerradas, a manera
de emparedamiento…”. Por su parte, Abreu Galindo comenta: “Entre las mujeres canarias había muchas
como religiosas, que vivían con recogimiento y se mantenían y sustentaban de lo
que los nobles les daban, cuyas casas y moradas tenían grandes preeminencias; y
diferenciábanse de las demás mujeres en que tenían
las pieles largas que le arrastraban,
y eran blancas: llamábanles mag(u)adas…
a las casas llamaban “Tamogante en Acoran”, que es
decir, casa de Dios”
Veamos ahora el porqué del titulo de este
artículo. Si hacemos un somero análisis lingüístico de la palabra “arimaguada” (debe ir sin hache) y de la frase “Tamogante en Acoran”, ambas de clara procedencia amazigh
(bereber), observamos para la primera, que en tamajeq
(lenguaje de los tuareg) “emawad”
significa adolescente y el prefijo “ar”= lugar de,
con lo cual en nuestro caso “ar-imaguadas”
se correspondería con “el lugar de las doncellas”. En cuanto a “Tamogante en Acoran”,
encontramos que en tacelhit (el dialecto
bereber del Alto Atlas occidental, Sus y Antiatlas
marroquí), “tameggant” significa prostituta. Y si
completamos la frase, vemos que “en” (n) en todos los dialectos bereberes se
traduce por “de”, y Acoran era el nombre que le daban los antiguos canarios al
dios supremo, que en este caso creemos
que se trata de la Luna (en bereber aggur, agguren(acoran),
en plural). Por lo tanto, podríamos traducir literalmente y “a bote pronto”,
como “la puta de las lunas” (probablemente consideraban a la Luna como el
conjunto de todas sus fases) y no “la casa de Dios” como hasta ahora se ha
venido transcribiendo por cronistas e historiadores. Esto que a primera vista
podría parecer grosero, chocante o irreverente a nuestra subjetiva, y llena de
prejuicios religiosos, y aun machista, mentalidad occidental, no lo sería tanto
si reconocemos el origen oriental del cristianismo, en donde se le da especial
énfasis, entre otros, al anacrónico concepto de la virginidad. Con todo lo cual
podemos pensar que las imaguadas (doncellas) gozaban
de un estatus especial, consagradas al dios luna (que era masculino para los
antiguos canarios) y que posiblemente eran recluídas
en algunas casas o cuevas -a modo de templos–monasterios, donde se les instruía
en la religión y se preparaban para su especial función social y religiosa- por
la clase noble para su “disfrute” en ciertas ocasiones. De allí podían salir
para casarse, probablemente con los de la clase alta, previo “derecho de
pernada” del guanarteme o alguno de sus allegados.
Y como reflexión final, creo que es bueno
atreverse -sin ningún tipo de prejuicios- a llamar las cosas por su nombre y,
con entera libertad, a exponer razonadamente
cualquier hipótesis que pueda contribuir al avance del conocimiento de
nuestro patrimonio histórico-cultural.
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Artículos de Francisco
García-Talavera Casañas publicado en elcanario.net y en elguanche.info