Apuesto
por el campo
Padre
Báez *
[La enfermedad de la depresión cabalga al galope,
llevando al suicidio diariamente a pobres enfermos]
El gran
tabaibal, sigue perdiendo tierras de cultivo, y casi ha desaparecido la
ganadería (a la saga de la agricultura). Cada año se suma el porcentaje que
aumenta el abandono del mismo, y ello hace que las carencias vayan en esa misma
proporción en aumento.
Y no hace falta
ser economista, ni profesor universitario (éstos están ciego o mudos; tal vez
las dos cosas), para concluir, que sin producción no cabe economía alguna (que
es lo que nos pasa). Y son ya tantas las insuficiencias, que además no paran de
aumentar, con lo que la cosa se pone de mal a peor.
Dado que el
sector primario, es esencial y primordial, para la vida, la comida, el trabajo,
etc., al carecer del mismo y no poder acceder -aunque se quiera- por
imperativos cabildicios que impiden todo intento de
recuperar y volver al cultivo de la tierra o/y atendimiento
de los animales, el gobierno nos deja sin la infraestructura imprescindible para sobrevivir, con lo que o
nos vamos o nos morimos de hambre (ya, de paro). Hay (o habría) que renovar lo
dejado y así asegurar el mantenimiento del campo como fuente de rendimiento y
base de la economía tabaibera. Pasa, que nuestros
políticos dados al enchufismo, los del sector primario son maestros de escuelas
(... Bueno, Demetrio, Paco...), confundiendo primario (del sector), con
enseñanzas primarias (de las escuelas o niños), ¡y claro, llevan huertos escolares para que los niños
cultiven y llevar al mercado y exportar sus producciones! Un mundo al revés,
donde el campesino no asesora a nadie, sino que es enseñado, amonestado
corregido, etc., por jóvenes capitalinos metidos en el seprona
y en el miedoambiente, confundiendo la flor de la
rama de papas, con flores a proteger, e impidiendo coger la cosecha de papas,
con multas incluidas. Es decir, los expertos - o “técnicos”, como gustan decir
los del cabildo- son los que nunca han plantado un saco de papas, y ni mucho
menos han ordeñado una cabra. Y se da el contrasentido, que quienes debieran defender
el campo como cosa prioritaria (sector primero o primario), son los que están
por la labor de acabar con toda referencia al mismo. De hecho, estos términos o
palabras (“sector primario”), ni se escucha, ni se leen; sencillamente como si
no existiera, y si lo nombran es con referencia al turismo (que nos abandona, y
solo traen pobreza y dejan solo basuras).
Los jóvenes se
tienen que marchar y emigran (con lo que se redobla la pobreza [económica y cultural]);
los universitarios incapaces de crear algún producto, como jabón o lo que sea
de la leche de tabaibas, de las que la isla se llena; el picudo acabando con
las palmeras y ellos ¡plantando palmeras (para alimentar a esos bichitos de
Dios)!; la enfermedad de la depresión cabalga al galope, llevando al suicidio
diariamente a pobres enfermos (nos dice los muertos de malos tratos o de
género, pero no los suicidados; y si sí, nos dicen que se cayó [cuando se
tiró]); como no tienen trabajo, matan el tiempo estudiando en la universidaddelaspalmasdelgrantabaibal, que viene a ser como
una casa de recogidas de parados, sin ánimos de investigar o estudiar, sino de
matar el tiempo.
Premian a un
perro y lo condecoran con medallas y banderas, por oler -que es su instinto-
cual si humana fuera su acción y premeditada a conciencia y sabedor de lo que
evitaba, y no a ninguna cabra que ha alimentado a una familia, y ha sido la
economía o riqueza del pobre, porque, puesto a premiar a animales y
condecorarlos, ¿por qué a un chucho, y no el reconocimiento a una señora
cabra?; porque, ¿quién contribuye más, un perro o una cabra, majestad? Una
universidad que nada investiga y en nada contribuye en el avance del campo,
sino que acapara y almacena a más parados; y en medio de todo esto, el papel
adormecedor, idiotizador, y de embobecimiento de los
medios de comunicación, que le hacen la pelota a los que solo hablan y pisan
los campos de fútbol...
* Fernando Báez Santana, Pbtero.
Artículos del Padre Báez publicados en El Canario y en El Guanche