ANORMALIDAD
DEMOCRÁTICA
Fernando Herráez *
Después de más de 3 años en una formación
política como Sí se puede, donde todas y cada una de las decisiones internas se
toman de manera asamblearia, donde el voto de cada uno vale exactamente lo
mismo y donde se debaten las ideas hasta la extenuación si es necesario, pero
siempre desde el respeto a cada individualidad dentro del colectivo, me acabo
de dar cuenta de la peor de las formas que existe una realidad “ahí fuera” que
difiere muy mucho de la que conocía hasta ahora.
No es que sea de naturaleza imbécil,
porque en el proceso previo a las elecciones ya me quedó claro que en este
mundo de la política -expresión ésta que no era de mi agrado pero que empiezo a
entender porque la mayor parte de quienes lo componen es como si fueran de otro
planeta, y además les molestásemos-
existe una raza especial -mismo rechazo, mismo argumento- que se ha
diferenciado claramente de la ciudadanía a la que representa, por lo que la
batalla que se plantea en busca del voto convierte en la mayor parte de las
ocasiones a estos seres en artistas del mimetismo, siendo capaces de hacerse
ver entre el resto de mortales como un semejante, como alguien a quien
realmente importamos y con quien compartimos gustos y aficiones -los hay que
sueltan hasta tortugas, y todo-.
Hasta ahí, todo asumido como parte de lo
que para estos seres es el culmen de su trabajo -la elección, ese momento en el
que lo celebran como si hubiesen ascendido de categoría... Hablaba de deporte
pero veo que no iba muy desencaminado-; después de más de 3 años, decía, toda
esta parte la tenía interiorizada y no suponía nada más que una picazón molesta
con la que podía y puedo convivir y contra la que había creado una coraza
mental para evitar contagios.
Pero he aquí que uno pensaba que una vez
conseguido alcanzar el tan deseado cargo, y tras atravesar el periodo de
pactos, que es esa segunda carga que he aprendido a sobrellevar, aunque con
mayor esfuerzo, sobre todo en esta tierra nuestra donde el trinomio
ATI-PP-PSOE se reparte puestos a diestro
y mas diestro sin plantearse lo más mínimo la cuestión de confluencia
programática o los intereses de la ciudadanía y en el que las lindezas que se
llevan lanzando durante cuatro años se convierten en apretones de manos, besos,
abrazos y vaya usted a saber que mas falsas muestras de cariño; a partir de
aquí se normalizaría, pensé yo, la vida
democrática, dando lugar a un trabajo en común de las diferentes fuerzas
políticas, aunque sin dejar de lado la discusión y el debate.
Y es en este instante donde, discurriendo
que una vez superadas estas dos barreras, me encontraría otras de diferente
calado a lo largo de los cuatro años de legislatura, pero que podría ir
superándolas con más o menos fortuna, he recibido una guantada de tal calibre
que me ha hecho tambalearme, primero, resquebrajando mi coraza y dejándome al
descubierto como un miserable idiota, para hacerme caer del guindo y caer en la
cuenta de que haber pasado estos tres últimos años al amparo de la forma de
trabajar en Sí Se Puede me ha hecho estar sobre protegido ante el devenir de la
vida política una vez acabadas las elecciones.
Me sitúo: Ayuntamiento de El Rosario, año
2011, mayoría absoluta de Macario Benitez y su gente -que se llaman PSOE como
podrían llevar otras siglas-; tras analizar y asimilar el resultado electoral y
tomar posesión como concejal de Sí se puede, el compañero Fidel es un torrente
de optimismo y decidimos asambleariamente plantear la oposición de manera
constructiva, con la intención de presentar cuantas mociones sea posible, aún a
sabiendas de que el rodillo de Macario va a dificultar nuestro trabajo; pero el
panorama que nos encontramos para estos próximos cuatro años es, a saber:
·
Plenos
bimensuales (el mínimo exigible por Ley para nuestro municipio)
·
Posibilidad
de presentar UNA moción por pleno (decidido unilateralmente por el Alcalde)
Esto es, en un año vamos a poder presentar
6 mociones (¡¡24 en toda la legislatura!!), cuando para el primer pleno
teníamos preparadas no menos de 10.
Y es aquí donde he recibido mi dosis
intragable de realidad contra la que me rebelo: En El Rosario, una vez
introducido el voto en la urna, no es que el ciudadano quede anulado y la
participación ciudadana sea una quimera, es que sus representantes no pueden
ejercer como tales, negándose la posibilidad presentar siquiera una moción para debatirla, lo que convierte al Ayuntamiento en el rancho
del Alcalde y al Municipio en sus tierras,
y al resto de concejales de oposición, incluyendo al representante de Sí
se puede, en meros asistentes a una reunión de concejales de Gobierno, lo que
desvirtúa completamente el sentido de la palabra democracia participativa, que
si bien es cierto que es un vocablo que a nuestro alcalde le escuece
sobremanera, ha terminado de pisotearla con su actitud prepotente.
¿Qué podemos hacer los ciudadanos y sus
representantes no ya para que se nos escuche y se nos permita debatir, sino
para que se nos deje trabajar en aras de un municipio mejor? Pues ahora mismo
lo único que se me ocurre son asambleas por todos los barrios explicándoles a
los vecinos que su voz no va a ser escuchada más que 6 veces al año en el
consistorio y por medio de una sola cuestión que probablemente no sea debatida
mas allá de 5 minutos antes de ser votada en contra por el rodillo de una
mayoría sin escrúpulos, además de publicitar este tema lo más posible por todos
los medios de comunicación conocidos, a ver si con eso conseguimos movilizar a
los votantes rosarieros contra semejante atropello.
Hoy he visto en lo que nos convierte el
poder cuando nos perpetuamos y he dado gracias por compartir mis ideas con un
grupo de gente que opina diferente, aunque me halle sin coraza y expuesto; he
perdido la poca inocencia que me quedaba, pero lo que no te mata te hace mas
fuerte, así que me rebelo contra esta “anormalidad democrática”.
* Miembro de
Alternativa Sí se puede por Tenerife en El Rosario.