Anécdota polisaria (I)
Paco Déniz
Anécdota polisaria 1
Una columna guerrillera del Frente Polisario se perdió en medio de un océano de dunas inmensas
cuando buscaban un pueblito mauritano fronterizo con Malí llamado Baseknu. Unos 100 jeeps con armamento pesado y ligero se
disponían a atacar el sureste mauritano. Como el guía saharaui tenía unos 70
años, y la última vez que estuvo por allí fue cuando tenía 16, ya no recordaba
exactamente el camino. Las dunas movedizas hacían impracticable el tránsito de
los vehículos. Los guerrilleros estaban desorientados y escasos de agua. De
repente, a lo lejos, aparece un beduino sobre su camello. ¡Perfecto!, dijo el
comandante, vamos a preguntarle dónde hay agua y por dónde se va a Baseknu. Pasada una media hora, llegaron a la altura del
jinete, resultando que se había cambiado de ropa y apareció con uniforme del
ejército de Malí y con un fusil colgado de su montura. Era un guarda fronterizo
maliense que por nada del mundo dejaba pasar a nadie sin autorización. Los Polisarios no sabían que habían entrado en territorio
maliense y solicitaron la indicación del pozo de agua, jurándole que se volvían
para Mauritania. El hombre, celoso de su cometido y de su profesionalidad, les
dijo que el agua estaba en Arwan donde residía una
tribu, pero que no podían pasar. ¿Cómo es eso? preguntó el guerrillero. Primero
-respondió el guarda- tienen que acompañarme a Tombuctú para que les autoricen
a pasar. ¡Cómo! ¡pero hombre de dios!, insistió el
comandante, ¿cómo vamos a meter a nuestro ejército hasta Tombuctú? eso tendría
repercusión internacional y la cosa no está para bromas. Pues nada, por aquí no
pasan, respondió el maliense. Su orgullo y profesionalidad no tenían precio, y
400 tíos de nada no le daban miedo. Pasaba totalmente de los saharauis. Algunos
combatientes comenzaron a murmurar que por qué no le metían un empujón y
pasaban del nota. Pero no, se impuso el diálogo.
Así comenzó una ardua negociación entre 400 polisarios
armados hasta las pestañas y un solo hombre con su camello. Desde las 9´00
hasta las 17´00, bajo una solajera total, estuvieron
razonando, comiendo latas caducadas de sardinas y bebiendo te con el invitado,
hasta que resolvieron que, como en Arwan había
notables de la tribu, éstos tenían autoridad para dejarlos pasar. Entonces, una
comitiva tranqui y sosegada del Polisario
se trasladó a hablar con los notables para pedirles permiso y darles su palabra
de que por nada del mundo atacarían Malí, que sólo querían llegar a Baseknu y encontrar agua. Al final, tanto los notables como
el celoso y fiel guarda obtuvieron regalos y la palabra polisaria
de no agresión. Así fue.
Al día siguiente, la guerrilla desfiló bajo la atenta mirada del guarda, que se
hizo el longui. El ataque a Baseknu duró un mes sin
que los jodidos se rindieran, y dos combatientes fueron heridos. Cuando, tras
la victoria, llegaron a los campamentos, todos despeluzados, los heridos habían
sanado, y la gente, incrédula, se reía del desafío de aquél celoso y orgulloso
guardián fronterizo maliense.