AMNESIA REVOLUC I ONARIA (I)
Edilberto Rodríguez Morales
[…analicemos los motivos reales de quiénes en un primer
momento, facilitándonos un desarrollo industrial deciden más tarde -años
setenta-, desarticular de la noche a la mañana todas esas infraestructuras; que
si bien, al Pueblo Canario y al gobierno español le garantizaban un potencial
bienestar, España temía el devenir de ese poder en la autoafirmación de “ser
canario/a” y en la construcción de una autentica burguesía canaria… España,
haciendo uso de “malas artes”, acuerda frenar nuestro desarrollo industrial,
porque sabe que sólo el poder económico y financiero en manos canarias
facilitaría a esa mayoría escéptica y pusilánime la convicción y AUTOESTIMA
necesaria para tomar decisiones relevantes: la independencia… El éxito de la
Metrópoli y del Gobierno sumiso de Canarias es lograr que todos esos nuevos
partidos nacionalistas sigan democráticamente dividiendo a los canarios y
hacernos participar en este GRAN CIRCO que son las elecciones; reírse delante
de nuestras narices y restregar de paso a la opinión pública internacional los
ridículos porcentajes de votos obtenidos.]
El Gobierno de Canarias
a pesar de la aparente transparencia de libertades políticas y económicas, nos
sigue condenando a subsistir sumisos a los dictados de la monarquía borbónica
española. Lejos de tomar decisiones transcendentales que permita un desarrollo
tecnológico e industrial acorde a nuestro singular entorno geográfico, persiste
ahondar en la industria turística sin tenerse en cuentas las imprevisibles ofertas
de países emergentes. La pérdida de derechos sociales, el paro, los bajos
salarios y la incertidumbre por nuestra subsistencia es cada vez más
preocupante. El clientelismo político, la corrupción y la burocracia, si bien
responden a intereses multinacionales entre una clase política sobornable, ésta
a su vez se sustenta con los favores de una clase trabajadora igualmente
corrupta e insolidaria, viciada de ciertos
privilegios. ¿Qué probabilidad tenemos de transformar esta colectividad para
vernos reflejados en sociedades igualitarias como Finlandia o Noruega?
Tengamos en cuenta una breve
noción sobre nuestra realidad alimentaria. La Organización para la Agricultura
y Alimentación (FAO) ya nos advierte de que los productos agrícolas, enviados
en contenedores frigoríficos son alimentos manipulados que han perdido sus
propiedades nutritivas; un fraude y a la vez un negocio rentable para los
amigos de los políticos corruptos; un mal menor injustificable que en tiempos
de inestabilidad internacional, su distribución, podría implicar el desabastecimiento del mercado
canario en pocas semanas. Una razón más para exigir potenciar nuestros recursos
naturales alimentarios: agricultura, ganadería y pesca. Tranquilizar las dudas
de quienes a la propuesta de reivindicar la independencia de Canarias todavía
se pregunten ¿de qué vamos a vivir?, sepan de que nunca esa desconfianza
tendría lugar, si mínimamente se respetaran las recomendaciones de la FAO:
“Todo territorio habitado debe dedicar el 40% del suelo cultivable para
autoabastecimiento propio”.
Sólo una clase política
incompetente y corrupta; una población despolitizada e inmovilista, ha podido
provocar esta incertidumbre generalizada de “sálvese quien pueda”; tanto que,
en el actual estado de involución, el derecho al pataleo en un marco de
españolidad no será suficiente para dar fin a las dificultades económicas que
se vislumbra ya, en la puerta del vecino y en la nuestra propia. Esta infausta
realidad –primer cuarto del S.XXI- revolotea cada vez
más cerca sobre el umbral de pobreza de la sociedad canaria y merodea ya entre
contenedores de basura a la espera de que el Gobierno canario exija la
inmediata Descolonización de Canarias, tomar las riendas de nuestro destino sin
ninguna injerencia española: abrir las puertas a la industrialización,
facilitar la investigación, priorizar las energías renovables y crear nuevas
infraestructuras.
Sin embargo para poder entender
por qué mayoritariamente los canarios rechazamos aceptar la independencia,
bordándose un complejo de inferioridad patológico, tenemos que visitar las
bibliotecas y deducir la trascendencia de la conquista y colonización en la
psicología de los canarios/as. Leer los documentos de Frantz Fanon o Albert Memmi; o revisemos cualquier fuente histórica neutral. Más
fácil todavía: retrocedamos a la España de la dictadura franquista y analicemos
los motivos reales de quiénes en un primer momento, facilitándonos un
desarrollo industrial deciden más tarde -años setenta-, desarticular de la
noche a la mañana todas esas infraestructuras; que si bien, al Pueblo Canario y
al gobierno español le garantizaban un potencial bienestar, España temía el
devenir de ese poder en la autoafirmación de “ser canario/a” y en la construcción
de una autentica burguesía canaria.
El reparto de octavillas por
jóvenes estudiantes, casa por casa, explicando a los vecinos nuestra situación
colonial y el grito de ¡Viva Canarias Libre!, encendió la luz roja de alarma
del gobierno de la Metrópoli, que veía peligrar sus intereses en el
Archipiélago Canario como ocurrió con Cuba y Filipinas. Para España, su
principal preocupación es evitar que se repitiera en Canarias el error de la
industrialización de las llamadas nacionalidades históricas, en un intento vano
de españolización. No iban a permitir ahora que los alzados de la colonia
sumisa de Canarias orientada a convertirse en el nuevo Hong Kong de la costa
atlántica del N.O. del continente africano, con un
desarrollo industrial incipiente, geoestratégicamente
situada entre tres continentes, esté exigiendo en la ONU la Descolonización e
Independencia. Faltaría más.
España, haciendo uso de “malas
artes”, acuerda frenar nuestro desarrollo industrial, porque sabe que sólo el
poder económico y financiero en manos canarias facilitaría a esa mayoría
escéptica y pusilánime la convicción y AUTOESTIMA necesaria para tomar
decisiones relevantes: la independencia. En efecto, cinco décadas después de la
creación de nuestra bandera, la conciencia nacionalista contestaría pervive en
una fase larvaria e inmovilista; el único acto de rebeldía espontáneo que se
conoce en Canarias es el botellón y el consumo de drogas; tesitura que le
permite a España seguir descapitalizándonos; asfixiarnos en una dependencia
económica absoluta y sumirnos en la pobreza.
A la clase trabajadora canaria,
a los autónomos, a las pequeñas y medianas empresas, conservadores para más
señas, que de manera persistente siguen siendo insolidarios
y conformistas; que no atienden la defensa de los intereses económicos del
pueblo canario, sino los suyos propios; que miran para otro lado o hacen oídos
sordos a las reivindicaciones libertarias, tendrán que reconocer más pronto que
tarde su torpeza y su actitud miserable; no sólo por relegar a un segundo plano
nuestra identidad canaria, sino por dar la espalda a un “futuro brillante y
lleno de oportunidades”; de que “España es el pasado, no el futuro”; de que
España es un Estado facineroso que se reparte los impuestos que se generan en
las islas con los políticos corruptos del Gobierno de Canarias; que practica el
soborno entre nuestra militancia independentista y la intimidación entre los
estudiantes que se atrevan a comentar en las aulas las repercusiones del
colonialismo; un Estado que apremia debilitar cualquier referente soberanista al precio que sea necesario.
Sin lugar a dudas los partidos
españolistas y los sindicatos mayoritarios UGT y CCOO, acomodados a su status
social, gracias a subvenciones interesadas, ponen de manifiesto la obediencia
debida y el grado de subordinación con Madrid, negando sistemáticamente a la
clase trabajadora la evidente situación colonial de Canarias. Saben
perfectamente que el problema económico de Canarias es España, pero no les
importa. Acatar y callar. Lamentablemente nosotros mismos nos dedicamos a tirar
piedras sobre nuestro propio tejado. No es casual que afloren organizaciones
nacionalistas de siglas y reivindicaciones similares por toda la geografía de
Canarias; y ¡ninguna! sean capaces de verse arropadas por cien o doscientos
militantes de base. No nos engañemos, la unión hace la fuerza; no somos tantos
como para poder seguir descalificándonos unos a otros de esta manera tan
lamentable y beneficiar a los grandes partidos españolistas: PSOE y PP. El
éxito de la Metrópoli y del Gobierno sumiso de Canarias es lograr que todos
esos nuevos partidos nacionalistas sigan democráticamente dividiendo a los
canarios y hacernos participar en este GRAN CIRCO que son las elecciones;
reírse delante de nuestras narices y restregar de paso a la opinión pública
internacional los ridículos porcentajes de votos obtenidos.
---» Continuará (y II)