Agricultura,
algo más que promesas
Wladimiro
Rodríguez Brito *
[…Se
deben controlar las importaciones de productos, sobre todo de terceros países,
pero también de la Unión Europea, principalmente en aquellos que podemos
producir en las Islas. Hay que tener en cuenta que en Canarias más de 60
millones de euros del REA se destinan a productos que pueden competir con la
actividad agraria local….]
El
sector tomatero canario se encuentra en una situación crítica. Solo en la isla
de Tenerife hemos pasado de 130 millones de kilos producidos en
¿Qué es lo que falta? Pues falta compromiso político por las
administraciones: gobiernos de España y de Canarias. El Gobierno canario ha
cumplido en parte, pero desde Madrid aducen que su compromiso no se puede
cumplir por falta de recursos. Todavía se mantienen algunas ayudas europeas,
pero eso no quita que sea lamentable una actitud política poco responsable con
el sector primario.
Mientras
la Unión Europea cumple, Madrid nos deja una vez más en el limbo. A pesar de
los 260 millones de euros anuales que pone la Unión Europea para la agricultura
canaria, el sector no despega. Estamos perdiendo superficie cultivada incluso en
el sector más mimado, el plátano. Hemos pasado de 356.000 toneladas de
tomates, en la temporada 1995/96, a 94.000 toneladas el pasado año. En el caso
de la leche, hemos disminuido la producción en más del 30% en estos últimos años;
en carne, el 11%; en huevos, el 23%; en hortalizas y legumbres, el 18%, etcétera.
La
población activa en el campo cada día envejece más: el 70% de ésta supera
los 50 años y son escasas las incorporaciones de jóvenes al campo. El abandono
de tierras de cultivo prosigue: es lamentable el estado de los invernaderos
abandonados en Arico, Granadilla, Santiago del Teide, Santa Lucia, etcétera.
Otro campo es posible, posible y necesario. En muchos países de la Unión
Europea, sus agricultores perciben importantes ayudas, en muchos casos de más
del 30% del producto final agrario. Pero a diferencia de nuestro caso, existe
una política agraria de futuro: se incentiva la entrada de jóvenes, con más
del 2% de los recursos comunitarios aplicados con esta finalidad, o se promueve
la agricultura ecológica y biológica.
Debemos
tomar medidas que fortalezcan nuestro sector primario a medio y largo plazo, y
no limitarnos a conceder subvenciones sin ton ni son. Se deben controlar las
importaciones de productos, sobre todo de terceros países, pero también de la
Unión Europea, principalmente en aquellos que podemos producir en las Islas.
Hay que tener en cuenta que en Canarias más de 60 millones de euros del REA se
destinan a productos que pueden competir con la actividad agraria local.
Aunque parezca paradójico, se debe defender la agricultura al aire libre, a
pesar de sus menores rendimientos. En Canarias hemos perdido gran parte de
cultivos de plátanos al aire libre, reduciéndose paulatinamente el número de
agricultores que cultivan fuera de invernadero. Prácticamente la mitad de la
producción canaria se hace en invernaderos, pasando de más de 10.000
agricultores de plátanos a unos 7.600. El cultivo al aire libre tiene sentido
si queremos potenciar la imagen de calidad de nuestro plátano. No solo se
mantiene el paisaje y los métodos tradicionales, sino que además hay menor
impacto ambiental y aumenta la sostenibilidad de las explotaciones agrícolas.
Debemos
hacer una nueva política agraria que armonice la agricultura, el medio ambiente
y la cesta de la compra. Parte del dinero del REA no se está gestionando bien y
está distorsionando precios y mercados sin repercutir directamente en los
precios. El REA ha contribuido a deteriorar gran parte de la producción local;
las empresas importadoras y comercializadoras ha ganado la batalla a la
agricultura de exportación, por no hablar de la ganadería, de la viña o de la
horticultura de medianías.
El
tomate no solo ha sido discriminado históricamente, sino que a día de hoy no
ha recibido las merecidas ayudas del año 2013. Pero no hay que limitarse a
poner un parche resolviendo esta situación, sino que hay que revisar la actual
política de manera urgente. Nuestros campesinos merecen recibir justa
recompensa del fruto de su esfuerzo, pero también el reconocimiento de su
importancia en nuestra sociedad.
El
sector primario en su conjunto debe ser ayudado y protegido, dada su importancia
estratégica. El campo nos garantiza una menor dependencia del exterior en la
alimentación, pero también un medio ambiente más equilibrado. La agricultura
y la naturaleza se deben completar y no enfrentarse en un absurdo antagonismo
inventado, propio de un proteccionismo ambiental alejado de los usos
tradicionales de nuestro mundo rural.
* DOCTOR EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
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