Alemania insolidaria
Por Herminio Huerta
No creo que alguien se
atreva a cuestionar que Alemania ejerce el liderazgo en la Unión Europea y,
como consecuencia, su peso en las decisiones es considerablemente mayor que el
del resto de los países que la integran. Todos conocemos su determinante
influencia en la imposición de normativas, condiciones y vetos a los socios en
dificultades como Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia. La exigencia de
medidas contundentes de ajustes y recortes en estos países periféricos y su
rechazo a los eurobonos y a las medidas para favorecer el crecimiento económico
han provocado la pérdida de millones de empleos. Un ejemplo reciente de su
poderoso dominio ha sido la negativa a que las 426 cajas de ahorros alemanas
sean supervisadas por el BCE, probablemente porque muchas de ellas no alcanzan
los estándares de solvencia: esconden 250.000 millones de euros de activos
tóxicos y su rescate les supondría una gran perturbación e inestabilidad.
A ese gran país, como
cura de humildad, le vendría bien refrescar la memoria dando un repaso al
llamado Acuerdo de Londres. En este tratado, que se firmó el 8 de agosto de
1953, se pactó la quita y perdón del 62% de las deudas alemanas contraídas en
el periodo anterior a la II Guerra Mundial que ascendían a 22.600 millones de
marcos, así como al endeudamiento de posguerra, estimado en otros 16.200
millones. En total, 38.800 millones de deutsche mark, basados en el patrón oro. Ustedes se preguntarán:
¿quiénes perdonaron a los teutones esa colosal cantidad en aquella fecha?...
pues les diré que fueron 25 naciones: USA, Reino Unido, Francia, Bélgica,
Dinamarca, Noruega e Irlanda, España, Italia y Grecia entre ellas, porque,
aunque les cueste creerlo, estas cuatro últimas también eran acreedoras. Pero
no fue únicamente esa prebenda de la condonación lo que le regalaron a una
República Federal Alemana recién salida del nazismo hitleriano,
sino que también le otorgaron otras sinecuras como: la graciosa concesión para
que reembolsara el resto de la deuda en su propia moneda, que el servicio de la
misma no fuera superior al 5% de los ingresos por exportaciones y la reducción
radical de los intereses que oscilaron entre el 0% y el 5%.
Asimismo USA, con su
magnanimidad habitual, le donó 1.175 millones de dólares (10.000 de hoy)
amparados en el plan Marshall y otros
Fuente: laprovincia.es/opinion/2013/10/30