El agua y los Presupuestos Generales del Estado

 

Wladimiro Rodríguez Brito *

 

 

Leemos con preocupación los presupuestos del Estado para Canarias; más allá de las lamentables diferencias en inversión por habitante y año para nuestra comunidad autónoma, con relación al resto de los habitantes del Estado, nos preocupa de manera significativa cómo tratan las partidas presupuestarias el capítulo del agua para las Islas.

 

De todos es conocido el déficit histórico que ha tenido el Estado con Canarias en este capítulo, situación que ha sido corregida con el ahorro popular de los canarios a lo largo del s. XX, ya que en este periodo se han construido más de 4.500 pozos y más de 1.400 galerías, superando tales obras los 2.000 km (valga como referencia que un metro de galería cuesta en estos momentos más de 2.000 euros). Esta situación corrigió a lo largo del s. XX gran parte de la orfandad que nos había dejado la administración de Madrid y una naturaleza poco agraciada en cuanto a los recursos hídricos. De tal manera que aún hoy, más del 80% del agua que mana de los grifos de Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro procede de nuestros pozos y galerías. Situación que se producía también en la isla de Gran Canaria hasta hace apenas veinte años; no olvidemos que la media de agua por habitante en España supera los mil metros cúbicos, mientras en Canarias no alcanzamos los trescientos metros cúbicos.

 

Hoy estamos en otra época histórica, la iniciativa privada apenas invierte en galerías y pozos, quedándose en el mejor de los casos en el mantenimiento de las actuales instalaciones. Los acuíferos en muchos casos están sobrexplotados, de tal manera que en Tenerife las galerías han pasado en un corto periodo de tiempo, de 6.300 litros por segundo a 3.340 litros en el 2010, situación similar ocurre en Gran Canaria, en la que la salinización de los pozos es un hecho lamentable. Ante este panorama insistimos en que la problemática del agua en Canarias es un problema de Estado, ya que las demandas urbanas, turísticas y agrarias superan los quinientos hectómetros cúbicos por año, y la iniciativa privada que antaño resolvió coyunturalmente las carencias de dicho momento hoy carece de recursos y capacidad para buscar alternativas en nuestro maltratado subsuelo. En Gran Canaria y en las islas occidentales se pasó de cultivar 8.000 hectáreas de regadío en 1909 a superar las 40.000 en 1965. Por otra parte, los consumos urbanos mejoraron de manera significativa, pasando de treinta hectómetros cúbicos en 1930 a más de 250 en el 2010, disponiendo de agua corriente el 99% de la población canaria.

 

Si bien en la Península se han construido infraestructuras importantes para atender las demandas urbanas, agrarias e industriales, parece lógico que tal problemática en las islas no se pueda resolver ni en el plano individual ni en la administración local. Por ello, la política de combustibles, energías alternativas, plantas desaladoras, etc., son obras de gran envergadura que requieren una participación pública, con una planificación de usos de los recursos, en los que tanto la desalación como la reutilización de las aguas urbanas nos permita resolver un tema de alto calado, tanto para la calidad de vida de la población como para el turismo y la agricultura. En este plano, entendemos que las primas a la desalación, la potenciación de energías alternativas con tales fines, así como la construcción de depuradoras y canalización de aguas residuales son temas clave en el futuro de esta tierra. Nos parece lamentable que en el capítulo de obras públicas para Canarias las referencias a dicha situación sean testimoniales, en la que no entendemos las razones de la llamada crisis, puesto que las partidas destinadas al AVE siguen siendo importantes, mientras aquí la desaladora de Granadilla y Fonsalía, o los problemas en la depuración de aguas en Gran Canaria, en Lanzarote, Fuerteventura y Tenerife continúan en el congelador. Esto no es un tema de color político, de oposición o de gobierno, es el to be or not to be, el ser o no ser de Canarias en los próximos años.

 

Esperemos que los actuales presupuestos sean enmendados con las lógicas y razonables necesidades para los habitantes de esta tierra.

 

* DOCTOR EN GEOGRAFÍA

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