Asistimos
el pasado martes, 25-02-2014,
en el Salón Noble en el Cabildo de Tenerife a la entrega de los Premios de
Tenerife Rural, premios que son un reconocimiento a una manera de actuar sobre
nuestro territorio. Es bueno que sepamos que en Canarias se mantienen todas las
grandes culturas agrarias del planeta, exceptuando la cultura del arroz y es una
de las capacidades que nos ha permitido sobrevivir en un territorio con unos
recursos naturales muy limitados, por ello los Premios de Tenerife Rural son una
revalorización de una manera de vivir, de trabajar y sobre todo de convivir con
la naturaleza en una gestión en gran medida de lo que ahora llamamos
sostenibilidad, es decir lo rural, lo tradicional y lo local tiene una serie de
valores que los campesinos y campesinas de esta tierra han incorporado y
domesticado plantas, tras una larga observación y aprendizaje de tal manera que
plantas que son exigentes en la humedad como las batatas o los castaños, las
encontramos cultivadas en el árido Lanzarote o en el sotavento de Tenerife.
Es
en este marco en el que los Premios de Tenerife Rural son un reconocimiento de
una manera de hacer y estar en nuestro territorio, así por ejemplo las batatas
que se cultivan en Anaga, las papas borrallas o la ojo de perdiz, tienen mucho
de sabiduría popular rotando entre parcelas a distinta altura o con diferencias
de clima o de suelo para mantener la productividad de las mismas, por ello el
reconocimiento que se le hace a Cirilo Rodríguez y a Sotera Ramos son también
un compromiso con el futuro con la pervivencia de nuestra población en el
Parque Rural de Anaga, con la mejora de la calidad de vida de nuestra gente, en
lo que la biodiversidad botánica y agraria son una misma cosa. El
reconocimiento a Laureano Febles sobre su trabajo en el rescate del cultivo de
castaños en Acentejo con un gran conocimiento sobre las variedades cultivadas
así como la relación de los castaños con los policultivos de papas, millo y
leguminosa o la preocupación de mantener la ganadería o la feria de San
Antonio Abad, son parte de esa cultura que ahora más que nunca necesitamos
incorporar en un compromiso por el futuro de esta tierra. Por otro lado, Eduardo
Oramas Alayon en Aldea Blanca incorporando el juego del palo y las tradiciones
del campo a nuestros muchachos y en consecuencia acercando a nuestros jóvenes a
la tierra más allá que utilicen como elemento de comunicación el whatsApp, en
la que sin lugar a dudas la revalorización de nuestro medio rural y cultural
pasan por otros valores hacia la tierra y el trabajo. En otro estado de cosas,
Iván Méndez y Nayra Sánchez han creado una empresa de actividades al aire
libre en la que el buceo, el senderismo, el kayak y el parapente son maneras de
acercar a nuestra población a un medio rural ignorado y marginado como ha sido
Teno, pero es más no solo dignifican territorio sino otra manera de ver y
actuar sobre un espacio marginado como ha sido el Parque Rural de Teno.
En
los aspectos tradicionales aparece Chirche y la AAVV con Felipe Neri,
recuperando no solo las casas antiguas, las tradiciones, los frutales de secano:
higueras, almendros, los molinos de gofio y las eras, etc., y en consecuencia
revalorizando las medianías marginadas del sotavento de Tenerife. Finalmente
hemos de destacar el COE Manuel de Falla en La Orotava como una labor dilatada
en el tiempo más de 20 años fomentando un acercamiento de los niños al medio
en el que viven, de los maestros, los padres y los abuelos, de los niños y el
entorno, en los que el huerto escolar y la defensa de los pajares como viviendas
de ayer, que no solo son restos de la pobreza y la marginalidad sino que tienen
mucho con una cultura de aprovechamiento de la madera, la piedra y la paja y
sobre todo referencias de identidad cultural con maestros y artesanos, creando
un museo vivo en el pajar del Colegio Manuel de Falla y teniendo una relación
viva permanente entre los llamados maestros de la tierra y los maestros del
colegio, vinculando un grupo de jóvenes con el entorno, con la agricultura y
con la cultura del territorio, es sin duda de las experiencias más rica que
hemos tenido en Tenerife en los últimos años, en la que el huerto escolar, los
maestros son un foco de luz que alumbra con gran parte de la sabiduría del
entorno en la que imparten las clases, tema este no resuelto en Canarias en la
que la escuela tiene que estar más vinculada al territorio y en la que
necesitamos un sistema educativo menos teórico y mas implantado en el medio
ambiente y social en las islas, por ello la enhorabuena a Pablo Reyes y al
equipo de maestros que han mantenido este centro como faro a lo largo de más de
20 años.
Aquí
el medio físico y la presión demográfica nos obliga a una lectura del medio
rural con el máximo de cuidado en la que la cultura agraria, hija de la
observación y del sistema de pruebas error-acierto que han tenido nuestros
campesinos y toda una serie de experiencias que han aportado los emigrantes, que
han vivido en esta tierra desde el mundo aborigen hasta la introducción de las
papas, el millo, los tomates, y batatas, incorporadas por los emigrantes en su
vuelta de América situación que llega hasta los Nabateos en el sistema de
Gavias y Nateros de Fuerteventura y otros puntos del sotavento de otras islas,
es parte de esa riqueza cultural que se trasmite de padres a hijos o de abuelos
a nietos que tanto valor tiene en un mundo en el que las multinacionales de las
semillas, fertilizantes o pesticidas están marcando las pautas no solo de la
agronomía o lo que es peor de la alimentación de nuestra gente, por ello estos
premios simbólicos del Salón Noble del Cabildo de Tenerife no pueden quedar
como un elemento aislado y nostálgico, de un pasado que hemos perdido, son
elementos de la cultura oral que tenemos que rescatar de manera urgente para
recuperar los surcos en un territorio en el que casi nadie quiere mirar para la
tierra, las semillas y para las raíces de un pasado que con toda seguridad son
parte también del futuro de un territorio más sostenible social y
ambientalmente, en el que el hombre en los últimos años ha domesticado la
zahorra, el picón, el jable y el mal país y lo que aún es más importante,
tenemos que preocuparnos de producir alimentos para 300 personas que vivimos en
cada kilometro cuadrado y que hasta ahora nadie desayuna con un WhatsApp, sin
embargo doña Sotera Ramos cuida y ordeña las cabras en las Carboneras y enseña
a sus nietos parte de esa cultura del ayer.
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Doctor en Geografía
Otros
artículos de Wladimiro Rodríguez Brito publicados
en El Canario