AENA AJENA y
EL TRATO COLONIAL
José
Carlos Martín
(*)
[Del pastel de la hacienda española, que ve frotándose las
manos, como se transfieren centenares de millones de euros desde Canarias a las
matrices en Madrid, Barcelona y Baleares por parte de bancos, aseguradoras,
multinacionales alimentarias y cadenas hoteleras, no le queda duda de que
Canarias es un botín de impresión. En Canarias queda el buen tiempo… y los 380
mil pobres…]
Aena es uno de esos
depredadores instalados en nuestro archipiélago que, bajo la coartada y
pretexto de contribuir al desarrollo y progreso de esta tierra nuestra, ha
visto llenar sus arcas de multimillonarios beneficios que, como con tantas
otras cosas, apenas deja migajas en Canarias. AENA es, al negocio
aeroportuario, lo que va a ser Repsol al petrolífero, una multinacional española
que esquilma recursos canarios; la primera el valor estratégico y económico de
nuestro espacio aéreo y la segunda el subsuelo de nuestra plataforma oceánica.
Alguno ya estarán
pensando donde está la analogía, pero si supieran que el aeropuerto grancanario
es el quinto más importante del Estado español por número de pasajeros, que es
uno de los cinco más rentables para AENA y que repercute a las arcas de ésta
dos tercios más de lo que el Ministerio de Fomento destina en total a tres de
los seis aeropuertos canarios, seguro que su prisma cambia. Y el de los vecinos
de Ojos de Garza también. Esa empresa pública, que está a punto de ser puesta
en manos privadas por los vampiros que se esconden tras las faldas del PP, esa
empresa que lleva jugando 14 años no sólo con las vidas y viviendas de los
paisanos de este barrio teldense, sino que lleva
entorpeciendo con sus servidumbres aéreas de nunca a acabar y definir los
planes generales y el desarrollo de toda la comarca grancanaria, tiene el
título de primer operador del mundo por número de pasajeros y también, desde
ayer con más razón, el del más chapucero y enredador de los conocidos a este
lado del Atlántico medio y la ultraperiférica Europa.
Ese aeropuerto de
explotación española en Canarias, le reporta en beneficios anuales al Estado
español más 3800 millones de las antiguas ptas. por
conceptos diversos, por lo que si estableciéramos un promedio razonable y a la
baja de lo que le ha reportado durante los 14 años que lleva esperando Ojos de
Garza, podríamos estar hablando de 53.200 millones de las antiguas ptas. las embuchadas. Ni que decir tiene que todo ese
dinero no queda en Canarias, como tampoco queda, salvo
migajas, el de la construcción de todas las infraestructuras aeroportuarias y
viarias terrestres que sabemos llega a las manos de las empresas
radicadas en Madrid y Barcelona que acceden a sus licitaciones. Como tampoco
queda el 89% de los 2 billones de euros que se genera en Canarias en el negocio
turístico legal e ilegal establecido, pero que quedan en origen porque la
propiedad de los touroperadores que los traen y
hoteles que los hospedan si quiera tributan en nuestra raquítica haciendita
propia la inmensa tarta de oro que eso significa en Canarias. Según datos
recientes de Eurostats (la página oficial de
estadísticas de la Comisión Europea) en su anuario de 2012, Canarias es la
primera región turística en Europa.
Imagínense los datos de
este año con récord de afluencia. El documento, publicado en el último
trimestre del año 2012, colocaba al Archipiélago como el número uno en el
sector turístico entre los 27 estados de la Unión, atendiendo a la cifra de
pernoctaciones registradas en sus establecimientos hoteleros y extrahoteleros.
A Canarias se le atribuyen un total de 64,7 millones de pernoctaciones al año
(las noches contratadas por los viajeros de otros países en sus hoteles o
apartamentos) lo que significan más de 2560 millones de euros en ganancias sólo
por dormir. Del pastel de la hacienda española, que ve frotándose las manos,
como se transfieren centenares de millones de euros desde Canarias a las
matrices en Madrid, Barcelona y Baleares por parte de bancos, aseguradoras,
multinacionales alimentarias y cadenas hoteleras, no le queda duda de que
Canarias es un botín de impresión. En Canarias queda el buen tiempo….y los 380
mil pobres.
Al socaire de lo
acontecido estos últimos días con AENA, algunos dirigentes políticos y
creadores de opinión, se han jactado a decir que estamos ante un trato
colonial. El Presidente del gobierno autónomo lo ha puesto de moda, eso sí,
entre carta y carta a los patriarcas de la metrópoli avisándoles que un hombre
del saco llamado independentismo puede aparecerse en estas rocas nuestras de
seguir este desafecto ahora descubierto por todos ellos. Si fuera el Rey español
o el presidente en B de España, me estaría carcajeando, porque no se puede
amenazar con que viene el coco si bien saben que no hay dignidad suficiente en
esta tierra nuestra para hacerlo realidad y pasar de las palabras huecas y
ruegos bochornosos a hechos y propuestas de futuro para esta colonia que se
debería descolonizar ya.
Pero la realidad es
otra. Todo ese cabrero anticolonial queda en pataletas infantiles porque al
canario le va la marcha de sufrir. Le va ese expolio descarado por aquello de
que, mejor malvivir con España, que afrontar que esta dependencia está dando
muestras de no ser la mejor opción en un mundo que es global, que es
interdependiente y que nos ofrece la posibilidad de ser una Suiza en el
atlántico en vez de ser la cenicienta de Europa. AENA y sus beneficios nos son
ajenos, los del turismo también, los del petróleo lo serán. ¿Qué importan 5000
vecinos clamando por su derecho a que su vida penda de un ministerio lejano de
esos? ¿Qué importa que nuestras bellezas naturales se puedan convertir en
cementerios de piche o que todas las instituciones de Canarias se pronuncien
con un No a las prospecciones? ¿Qué importa que cuatro políticos canarios y
otros tantos vendepatrias se muestren disgustados,
tomados de su pelo o indignados por el trato colonial recibido una vez más, si
nadie va a ser nada realmente para enseñarle las orejas al lobo o demostrarles
lo que vale un peine en serio a estos de la metrópoli?
A lo mejor todo esto
pasa porque AENA no nos sea ajena, sino nuestra; porque la hacienda que recauda
toda la riqueza aquí generada sea nuestra; porque el
poder decisión sobre nuestros asuntos sea realmente nuestro y no dependa de un
ministro de esos, que aunque nacido aquí, se venda a los de allá. Si no tomamos
conciencia de eso, mejor vale que sigan callados unos cuantos siglos más… si
sobrevivimos como pueblo.
(*) José Carlos Martín es sociólogo profesional.