ACERINA
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Dacil Ayt Tilelli
Acerina la
esposa de Tanausú, conocido como el último rey de la
isla de
La
Palmal
(Benahoare).
La tradición
oral palmera habla de la leyenda de Vacaguaré que significa «quiero morir».
En ella, el mencey de Aceró, Tanausú, y el mencey de Aridane, Mayantigo luchan
por el amor de la doncella Acerina «la más hermosa doncella de La Palma,
negros sus ojos como una sima en la que abismarse, sus labios ascuas donde
avivar el fuego».
Acerina
detiene el duelo entre los amantes: «En uno de los dos está mi vida y no
tienen ningún derecho sobre ella. Juren ante el Idafe que nunca ninguno volverá
a empuñar el tafrique contra el otro.» Ante el roque sagrado para los aborígenes
palmeros situado en el interior de la Caldera de Taburiente, lugar de ofrendas y
sacrificios, los amantes juraron acatar la decisión de la doncella y ella juró
ante el Idafe que entregaba su amor a Tanausú.
Esta
leyenda se sitúa durante los años de la conquista castellana a la isla de La
Palma en 1493, bajo el mando de Alonso Fernández de Lugo.
Debido
a las condiciones geográficas del menceyato de Aceró, dentro de la Caldera de
Taburiente que sólo era accesible por Axerjo (actualmente, el Barranco de las
Angustias), Aceró era el único reino aún no tomado por los castellanos y
Tanausú el último mencey libre de La Palma. Se dice que el mismo día que se
celebraba la unión entre Tanausú y Acerina, el conquistador Fernández de Lugo
propuso una tregua con el mencey, a través de un mensaje enviado con Juan de
Palma, un isleño que servía a los conquistadores y hacía de intérprete y espía.
A partir de aquí, existen dos versiones que difieren sobre los acontecimientos.
La primera habla de la credulidad de Tanausú, quien se vio sorprendido por una
traición de los conquistadores. La otra, dice que Tanausú conocía su suerte y
que accedió a hablar con Fernández de Lugo aún en contra del consejo de los
miembros de su tribu. El resultado en todas las versiones conocidas es el mismo.
La trampa tuvo el resultado esperado; a una señal del conquistador las tropas
castellanas, escondidas en el barranco, atacaron a los aborígenes y masacraron
a los guerreros que acompañaban al mencey y convirtieron en prisionero a Tanausú.
Cuando se
sintió sometido el mencey caído gritó Vacaguaré, mientras lo conducían a
bordo del navío que lo llevaría a Castilla como esclavo. Durante la larga
travesía se negó a probar alimento y no dijo jamás nada más que aquella
terrible palabra: Vacaguaré. El mar fue su tumba.
Al conocer
el trágico final del mencey, Acerina quiso compartir el destino de su amado y
pidió a Mayantigo que la encerrara en una de las múltiples cuevas que los aborígenes
guanches utilizaban como tumbas. Allí, arropada con pieles de cabra, leche y
miel terminó su vida, pero no la leyenda, según algunos relatos, entre ellos
el citado de Secundino Delgado. Se dice que Mayantigo esperó a que la princesa
muriera para encerrarse él también en aquella cueva y cumplir los augurios de
los adivinos que predecían que Mayantigo y Acerina compartirían un hogar.
Leyenda Acerina (Desde Argentina)
Leyenda Acerina (Taller Canario)