A Antonio Cubillo
Ramón
Moreno
Eran las diez de la mañana de ayer, lunes, cuando me
llamó el buen amigo y compatriota Antonio Artiles
para decirme que lo había llamado el también buen amigo y compatriota Álvaro
Morera para comunicarle el fallecimiento de Antonio Cubillo. Y el mazazo fue
tremendo. No me lo podía creer. Todos conocíamos su precaria salud,
consecuencia del execrable acto de terrorismo de Estado perpetrado por el
Gobierno español de la UCD de Adolfo Suárez, del que fue objeto Antonio (q.e.p.d.) en su etapa en Argel; pero no por ello, y pese a
sus 82 años, nadie preveía su muerte, y menos en estos momentos tan delicados y
difíciles para Canarias.
A la vista de la dolorosa y triste noticia de la
muerte del "padre del nacionalismo canario" después de Secundino
Delgado -que es portada en todos los medios de comunicación escritos y
audiovisuales-, he tenido que cambiar mi artículo de hoy, ya que era obligado
escribir sobre el compatriota y referente independentista Antonio Cubillo
Ferreira, y transmitirle públicamente mi más sentido pésame a su apreciado
hermano, el médico Guillermo Cubillo, y demás familiares. Yo, pese a la
diferencia de edad, conocía muy bien a Antonio Cubillo, con el que he
discrepado en numerosas ocasiones desde el más absoluto respeto a su persona y
a su extraordinaria labor en la defensa a ultranza de la independencia de
Canarias; y este es el tercer artículo que escribo sobre él. El primero fue
"Carta abierta a Antonio Cubillo", a raíz de la publicación por
entregas en este mismo periódico de "su Constitución", y que, por su
indudable valor documental, me permito reproducir en sus aspectos más
relevantes, y dedicárselos a título póstumo. Empezaba así:
"Querido Antonio: si hago pública esta misiva es
para expresarte mi total apoyo y condenar sin paliativos la cantidad de
improperios y furibundos ataques que estás recibiendo por parte de esa prensa
colaboracionista con la metrópoli; y de esos pseudocanarios
que, ¡mira por dónde!, han resultado ser verdaderos nacionalistas españoles.
Imagino, Antonio, que eras consciente de la carajera (que no debate sosegado y clarificador) que se iba
a montar con tu modelo de Constitución de la República Federal Canaria que
tanta polémica y duras críticas está suscitando. Y no es por dar pábulo a esos
tabloides, ni echarle carnada a esos tiburones que te
insultan y denigran como único argumento para oponerse a tu iniciativa, en
absoluto. Lo que pasa, Antonio, es que después de leer tu texto constitucional
-que pretendes consensuar a posteriori- tan sui géneris y pintoresco, plagado
de tus ya célebres ocurrencias, se puede entender, que no justificar, las
diversas reacciones y el rechazo frontal a ese descabellado anteproyecto; que
ha dado pie, lamentablemente, a esos comentarios despectivos que en nada
benefician la imagen y credibilidad del nacionalismo emancipador que
propugnamos.
Y es que en estos temas, amigo Antonio, tenemos que
ser muy cuidadosos. Ya que si bien ningún patriota consecuente pone en tela de
juicio que Antonio Cubillo Ferreira es todo un referente histórico del
nacionalismo canario, ese reconocimiento no es, en modo alguno, una patente de
corso para actuar individual y caprichosamente, ni para frivolidades o
veleidades de ningún tipo, que es lo que se desprende de ese documento,
Antonio. No solo por lo extemporáneo y su contenido, discutible y perfectible,
sino por tu obsesivo voluntarismo, de ir por libre, solo con tu CNC -que dices
pomposamente es el brazo político del denostado MPAIAC- restándole el amplio
respaldo partidista que este asunto requiere. Lo que no estaría mal como márketin político, si no resultara tan rocambolesco.
Pero sobre todo, Antonio, por tu invariable
metodología, al modificar unilateralmente (una constante en tu trayectoria
política, se comenta) la hoja de ruta de Canarias que, como corresponde a
nuestro proceso descolonizador, está tácitamente establecida. Porque, en pura
praxis política y obligada ortodoxia constitucional, ¿no entra en el ámbito
competencial de la futura Asamblea u órgano constituyente la elaboración,
discusión y redacción de la Carta Magna del futuro Estado Archipelágico
Canario? Todas estas prácticas, Antonio, hacen que la autenticidad de tu
precario liderazgo político sea cada vez más cuestionada.
Es una pena que esa valiosa herencia de la que eres
depositario, producto de tu heroica lucha en pro de
la independencia de Canarias, hasta el extremo de casi perder la vida, no
puedas ser capaz de gestionarla y rentabilizarla convenientemente, como sería
deseable. Y es que, Antonio, aunque el nacionalismo canario no se puede
permitir, bajo ningún concepto, prescindir de tus importantes activos políticos
como actor principal, fundamentalmente en la escena africana, todo ese bagaje
personal que tú atesoras queda desacreditado y diluido al persistir en tu modus
operandi, tu retórica personalista y tus elucubraciones de siempre.
¿No te das cuenta de que ahora tus interlocutores
somos otros? Ya no estás inmerso en aquella noble tarea de abogado laboralista
defendiendo la causa de las lecheras o de los portuarios de Tenerife, o
enfrascado en los muchos conflictos en los que participaste. En estos momentos
históricos te cabe el inmenso honor de ser elevado a la categoría de Padre de
la Patria ¡que está vivo!; llegándose inclusive a plantear qué hizo realmente
por Canarias el prócer Secundino Delgado.
Por todo ello, Antonio, los patriotas que te
consideramos, respetamos y valoramos tu inequívoco compromiso nacionalista, y
ante el hecho consumado de haberte erigido motu proprio
en ponente constitucional, te pedimos encarecidamente que procures estar a la
altura de ese hombre de Estado que Canarias demanda imperiosamente. Se impone,
por tanto, Antonio, dar un giro copernicano a tu manido discurso político y a
tus pronunciamientos públicos que, por otra parte, deben ser incuestionables:
rigurosos, pragmáticos, clarividentes, positivistas, aglutinadores,
convincentes; con una dialéctica impecable e implacable, que se le borre la
risa de la boca a tus detractores. ¡Absolutamente demoledores e incontestables!
Y ya por último, Antonio, debo recordarte que sobre tu
persona siguen gravitando una serie de circunstancias, cuando menos curiosas,
que no se sostienen y que exigen una explicación. Por ejemplo: ¿cómo se
entiende que el pretendido líder carismático del independentismo canario, en
lugar de estar asilado en el extranjero y presidiendo un Gobierno Canario en el
exilio, con cobertura diplomática y todo, esté cómodamente instalado en la
colonia, viviendo tranquilamente como si tal cosa? En fin, Antonio, espero y
deseo que mis modestas opiniones no hayan herido tu conocida susceptibilidad.
No era mi intención. En todo caso, he dicho lo que pienso, y he pensado lo que
he dicho. Ya sabes que yo no comulgo con ruedas de molino. Recibe un fuerte abrazo
de tu compatriota Ramón Moreno".
Y el segundo artículo se tituló "A propósito de
Cubillo" (ver EL DÍA, 31 de agosto de 2008), en contestación a un escrito
publicado por Antonio Cubilllo en este mismo
periódico titulado "Canarias y Marruecos", que no había por donde
cogerlo, tal era el cúmulo de disparates vertidos en el mismo por su autor,
como en él era habitual. La última vez que saludé a Antonio Cubillo fue en Las
Palmas, en los Multicines Monopol, en la exhibición
privada del cortometraje realizado por su sobrino sobre el atentado de Argel.
Así que descanse en paz Antonio Cubillo. Ya no será
enjuiciado por los patriotas canarios, como fue mi caso. Ahora será juzgado por
Dios y por la implacable Historia. Mi deseo más ferviente es que a partir de ahora
comience una nueva y vertebradora etapa del verdadero
y auténtico nacionalismo canario, cuya indestructible unión nos lleve
irremisiblemente hacia la tan deseada y necesaria independencia de Canarias.